El cerco estratégico de EE. UU. en el Caribe: cómo se desgasta la FANB bajo presión interna y externa

La vigilancia aérea y marítima de EE. UU. aumenta sobre Venezuela, revelando fallas internas, malestar militar y debilidad del modelo de control del Cártel de los Soles.

En los últimos meses, dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se ha consolidado una percepción que ya pocos ocultan: las operaciones aéreas y marítimas de Estados Unidos en el Caribe obedecen a un patrón estratégico sostenido. No se trata de acciones ocasionales, sino de una presencia calculada que apunta a mantener a Venezuela bajo vigilancia permanente y colocar a sus sistemas militares en un estado de alerta continuo, donde cada reacción implica desgaste operativo y psicológico.

Una presencia diseñada para ser detectada

Los vuelos estadounidenses —aviones, helicópteros, drones— se aproximan a las costas venezolanas con los transponders deliberadamente encendidos. Para los analistas internos, este gesto técnico cumple varios objetivos:

Obliga a la FANB a activar recursos humanos y materiales.

Mide los tiempos de respuesta en tierra, mar y aire.

Permite estudiar rutas de ingreso y retirada.

Evalúa la capacidad venezolana para detectar, enganchar y reaccionar ante una posible amenaza.

El patrón se repite día tras día: aproximación, detección, alerta, retirada. Aunque las aeronaves no ejecutan maniobras abiertamente ofensivas, el mensaje es inequívoco. La FANB está siendo observada, medida y sometida a presión constante.

Un desgaste interno que se profundiza

La consecuencia más visible es el agotamiento. El mantenimiento permanente del nivel de alerta se combina con lo que militares describen como una creciente sobrecarga interna:

Jornadas extensas y repetitivas de la Milicia, todos los sábados.

Participación obligatoria de generales y oficiales en actividades ajenas a su función estratégica.

Deficiencias logísticas crecientes.

Quejas compartidas por generales, oficiales superiores, subalternos y milicianos.

Malestar generalizado por el peso adicional que imponen los mandos ligados al Cártel de los Soles.

Muchos describen estas jornadas como un “show obligatorio”, donde se exigen videos, formaciones y actividades que no solo interrumpen funciones operativas, sino que también deterioran la moral. Milicianos con empleos civiles, oficiales que trabajan sin descanso y comandantes obligados a tareas impropias conforman una institución agotada y presionada desde múltiples frentes.

A ello se suma la actuación de la DGCIM, señalada internamente por abusos que incrementan el clima de temor y resentimiento. El resultado es una FANB debilitada por un doble frente: presión externa e imposición interna.

Zonas bajo observación: rutina operativa o táctica en construcción

La reciente actividad aérea estadounidense se concentra con especial énfasis en el estado Falcón, particularmente en los alrededores de Tocópero. Dentro de los círculos militares oficialistas, este patrón ha despertado evaluaciones sobre posibles escenarios tácticos, entre ellos:

Playa Maracara, entre Puerto Cumarebo y Morrocoy:
Un tramo de 2 a 3 kilómetros que la propia Armada venezolana ha utilizado para prácticas de desembarco.

Machurucuto, en el oriente:
Zona de valor histórico por intentos de incursión vinculados a Cuba.

Otros analistas prefieren interpretar estos vuelos como parte del monitoreo sistemático del narcotráfico, considerando la importancia de estas rutas para las estructuras del Cartel de los Soles.

La logística estadounidense: un factor clave

Cualquier operación de fuerza proyectada por Estados Unidos requiere puntos de apoyo cercanos. De allí que la FANB evalúe con preocupación:

Aruba y Curazao, territorios del Reino de los Países Bajos e integrantes de la OTAN:
Un movimiento militar venezolano contra estas islas activaría obligaciones defensivas automáticas.

La Orchila o Margarita, con puertos y aeropuertos útiles pero defensas limitadas.

Trinidad y Tobago, por su proximidad estratégica para operaciones de apoyo.

La FANB también reconoce sobrevuelo estadounidense sobre áreas marítimas internas alrededor de La Orchila, Blanquilla y La Tortuga, lo que indica una actualización sistemática del mapa estratégico de Venezuela.

Occidente: epicentro de presión sobre el Cartel de los Soles

Un porcentaje considerable de los vuelos se concentra en el occidente del país, región clave para las operaciones del Cartel de los Soles. Para muchos dentro de la institución, estos sobrevuelos representan un hostigamiento diario, una presión psicológica que, aunque no implique fuego directo, es igual de efectiva en términos de desgaste y vigilancia.

Entre la vigilancia externa y la fractura interna

Hoy la FANB enfrenta un escenario dual:

Una presión externa, marcada por vuelos que buscan exponer debilidades, medir tiempos de reacción y mantener los sistemas de defensa en tensión constante.

Una presión interna, donde el cansancio, el descontento y las acciones de la DGCIM deterioran la cohesión institucional.

En este contexto, las operaciones estadounidenses parecen más orientadas a generar desgaste, recopilar información y condicionar la respuesta venezolana, que a anunciar una intervención inmediata.

La verdadera incógnita ya no es solo qué hará Washington, sino cuánto tiempo podrá la FANB sostener el desgaste interno y la fractura creciente, especialmente cuando su rol dentro del Cartel de los Soles es lo que mantiene en pie la estructura de poder de Maduro.

La FANB, atrapada entre el poder y el rechazo social

Dentro de la propia institución se asume que Estados Unidos mantiene un control comunicacional avanzado sobre las capacidades de la FANB: nada de lo que ocurre dentro de los cuarteles pasa inadvertido para una potencia con tecnología de punta.

La FANB sigue siendo el sostén principal del Cartel de los Soles y del régimen, incluso después de haber avalado —por acción u omisión— el fraude electoral. Pero la sociedad civil, cada vez más organizada, mantiene una observación permanente sobre la conducta militar.

Si llegara a ocurrir un enfrentamiento con Estados Unidos, muchos militares reconocen que enfrentarían no solo a una potencia externa, sino también un rechazo interno significativo.

Maduro, consciente del creciente malestar en los cuarteles, busca a toda costa una salida negociada o una intervención que le permita justificar un cierre interno. Sabe que su margen de contención se reduce.

En paralelo, la oposición intenta influir en el cuerpo castrense en un momento donde la lealtad institucional se ve más erosionada que en años anteriores.

Estados Unidos aumenta la presión en el Caribe. La FANB enfrenta desgaste, malestar profundo y fractura interna. ¿Una guerra psicológica o un mapa previo a una operación real?

Tomado de El cerco estratégico de EE. UU. en el Caribe: cómo se desgasta la FANB bajo presión interna y externa