– Que bolas!
– I know.
– En qué coño están pensando estos tipos? Tu crees que hablar de dinero inorgánico es la manera de convencer a la gente de que voten por el candidato?
– Hey, Michael y yo hemos estado tratando de hacerles ver, pero estos maracuchos no entienden.
– Es más, vamos a hacer una prueba ahorita mismo, aquí en este ascensor: señora, que entiende usted por dinero inorgánico?
– «La verdad, yo no sé de eso mijo.»
En su descenso desde el ultimo piso del Centro Lido, el ascensor se paró nuevamente, y entró un hombre joven.
-Pana disculpa una pregunta, que entiendes tu por dinero inorgánico?
– «Dinero inorgánico? Ni idea.»
– De dos dos Eric.
Otra parada. En esta ocasión entraron tres personas, y en voz alta Alek preguntó:
– Buenas tardes, disculpen el atrevimiento pero, alguno de ustedes me puede explicar qué significa eso de dinero inorgánico?
– “Que va jefe”, dijo el único que se atrevió a responder, ante la mirada desinteresada de los demás.
– Ves la vaina Eric? Si hacemos ahora mismo un sondeo de opinión entre quienes vieron la rueda de prensa, estoy seguro que la mayoría no tiene ni la menor idea de lo que Alexander estaba hablando. Y así quieren ganar elecciones estos tipos?
– I know man, I know…
– Quién escogio a los que dieron la rueda de prensa?
– Cesar Morillo, y el clan maracucho.
– Y a Alexander?
– A ese seguramente lo metió alguien del cogollo de Caracas.
– Bueno vale, lo menos que podemos hacer es preguntarle a Cesar quien tomó las decisiones, y quién coño fue el genio al que se le ocurrió perder esta oportunidad hablando de dinero inorgánico. Me acompañas a hablar con él?
– Claro.
La conversación tuvo lugar en el ascensor del Hotel del Centro Lido, luego que finalizara una rueda de prensa que el comando de campaña había organizado para anunciar, a través de los medios de comunicación, el plan Mi Negra. Para ello, habían escogido a un economista, de tendencia mas bien conservadora, y a un político copeyano de vieja data, montado ahora en la plataforma adeca, rencauchada, tornada en el movimiento Un Nuevo Tiempo.
Eric y Alek cruzaron por donde pudieron la avenida Francisco de Miranda, que estaba, como de costumbre, prácticamente trancada por la cantidad de trafico. Lo único que se movía eran los motorizados. Entraron en la Torre La Primera, y subieron al piso 6, donde se encontraba la oficina del comando de comunicación y estrategia de la campaña de Manuel Rosales. El ambiente en esa oficina era muy tenso, ya que varios grupos, que supuestamente debían trabajar de forma coordinada en función del mismo objetivo, pugnaban ferozmente entre sí de forma soterrada e hipócrita. Todos los grupúsculos que se creen con algún poder dentro de la oposición estaban representados, o se presentaban por allí: los maracuchos, representados por Cesar Morillo; la vieja diplomacia, representada por Diego Arria; los medios de comunicación supuestamente alineados, por Alberto Federico Ravell, Teodoro Petkoff, Miguel Henrique Otero, Marcel Granier y Victor Ferrere (hombre de Gustavo Cisneros); el poder económico, representado por Oscar Garcia Mendoza y German Garcia Velutini; los medios alternativos, con Gustavo Gervasi o Roger Santodomingo; la clase política opositora, donde una plétora de seudo líderes provenientes desde la derecha radical hasta su contraparte al otro lado del espectro se disputaban la atención del candidato; las agencias de PR y comunicación, con ARS a la cabeza; asesores internacionales; ex chavistas… En fin, la fauna criolla, o criollizada, en todo su esplendor.
Una vez en la oficina, Eric y Alek se dirigieron al cubículo de Cesar Morillo. Este sociólogo zuliano, en cuyo cargo como jefe de comunicación / dizque hombre de confianza del candidato, había alcanzado el zenit de su figuración política, se la pasaba, como el resto de los de su clase, todo el día hablando por teléfono, o contestando mensajes en su Blackberry. Rara vez se le veía en otras actividades. Sufría, como todos los de su clase, de “attention deficit disorder”. De cualquier modo, Eric y Alek entraron en su oficina. Morillo les hizo señas para que se sentasen a esperar que terminase la conversación telefónica.
– Que te pareció la rueda de prensa Eric? Estaba hablando con Maria ahorita, y me dijo que había sido un éxito.
Antes de que Eric contestase, Alek tomó la palabra.
– Quién tomó la decisión de poner a Alexander Guerrero y al otro carajo ese a hablar sobre Mi Negra?
A Morillo no le gusto el tono, y respondio:
– Eso fue una decisión que tomamos aquí en el comando, y que aprobó el candidato.
– Aprobó el candidato?
– Todas las comunicaciones las tiene que aprobar el candidato.
– Pero Cesar, el candidato es eso, candidato. El lo que tiene que hacer es darle voz al mensaje que nosotros, que para eso somos comando de comunicación y estrategia, le damos. El candidato no puede estar en todo, y desde luego que las decisiones sobre comunicación las deben tomar los expertos en el tema, o es que el candidato es también experto en comunicación?
– Mira Alek, esa no es manera de reclamar, y aquí se hace lo que dice el candidato. Ha pasado que la gente de las agencias aquí en Caracas de repente lanzan un mensaje por ahí, o una cuña, y no le gusta al candidato. Por ello se decidió que todas las comunicaciones las debía aprobar el candidato, antes de que salgan al aire.
– Entonces para que coño nos pagan?
– Bueno, pero ya va! Nosotros estamos aquí para producir mensajes, estrategias, comunicados de prensa, coordinar con los medios, pero a la final, la ultima decisión la tiene que tomar Manuel.
– Que bolas!
– Que bolas qué?
– Mira Cesar, las actuaciones y decisiones del candidato afectan a la colectividad opositora completa. Si el candidato, por falta de conocimiento, preparación, capacidad o tiempo, manda el mensaje errado, o no gana, aquí nos jodemos todos, y yo no quiero joderme por decisiones erradas de otro. El candidato tiene que patear calle, que lo hace muy bien y para eso es candidato, y nosotros tenemos que producir todos los mensajes que el debe dar cada vez que se le presente una oportunidad ante las cámaras, ya que tenemos solamente dos minutos diarios de propaganda aprobada por el CNE. Lo mismo aplica a todos los voceros de la campaña. Una rueda de prensa como la que acabamos de ver, es una oportunidad para comunicar el mensaje efectivamente, de forma inteligible y en lenguaje mundano. Si ustedes ponen a un huevon ahí, a hablar en términos técnicos que nadie entiende, pues estamos pelando bola compadre. Y si el candidato tiene que aprobar absolutamente todas las decisiones, todo lo concerniente a la campaña, entonces es otro caudillo, igual que Chavez.
– Cómo es la vaina? Cómo se te ocurre decir tal cosa?
– No la dije yo, la dijiste tu.
– No, no, no, no. Esa verga no es así chico!
– Ah no? Cómo es entonces? Explicame! Por que tu me acabas de decir que todas las decisiones deben ser aprobadas por uno, es decir como en el chavismo. De pinga vamos a salir de esta!
Eric, quien era un mero espectador de la agitada discusión, asentía, como dandole la razón a Alek. Eric llevaba muchos años lidiando con los políticos venezolanos, y hacia expresiones como queriendo decir “no pierdas tu tiempo”. Morillo estaba lívido de la arrechera. No podía creer que Alek, totalmente desconocido para toda la clase política, quien ni siquiera vivía en Venezuela, y a quien había recomendado alguien de la vieja guardia, tuviera la osadía de hablar de esa manera de su candidato, del caudillo que le había dado la oportunidad de llegar probablemente al puesto mas relevante, y de mas “poder”, de su vida.
– No te permito que hables así no joda! Eso no es así! Tu no tienes derecho…
– Cesar, Cesar, escuchame. Yo soy venezolano, igual que tu, igual que el candidato, igual que los que no entendieron hoy la paja de dinero inorgánico de la que hablaba Alexander Guerrero. Yo no necesito tu permiso, ni el tuyo, ni el del candidato, ni el de nadie. A mi me trajeron para acá, y me pagaron, para que los asesorara en cuestiones de comunicación y estrategia. Aparte de eso, aunque no viva aquí, igual tengo todo el derecho a decir lo me de la gana, sobre todo en asuntos que me afectan directamente, como por ejemplo que el militar golpista siga en el poder, mientras la oposición sigue haciendo un papelazo. Si es que aquí se necesita de todos para salir de este peo Cesar, de todos. Uno solo no puede decidir por todos, por que si lo hace, si esa esa es la dinámica, ese es tan solo otro caudillo mas, igual que Chavez.
– Yo no tengo mas nada que hablar contigo. Si no te gusta como se bate el cobre aquí vete para Londres otra vez.
– Es que esa es la vaina Cesar, que yo no me quiero ir a Londres. Yo lo que quiero es que el candidato gane, para poder decirle a mi gente, “recojan que nos devolvemos para nuestra vaina”, y si Manuel pierde, por culpa de la sumisión, incoherencia y falta de visión de quienes le rodean, y cobran para asesorarle, pues nos jodimos toditos.
– Hablate con Diego, yo no tengo mas nada que hablar, y ahora por favor, que tengo que hacer unas llamadas.
Ese fue el primer encontronazo. Vendrían otros, hasta que Alek se dio cuenta que no era sino un peón en un tablero donde sus acciones no tenían relevancia, ni recibían consideración alguna. Su rol, mero relleno.