VenePirámides
@CBatiz publica este acucioso artículo que reproducimos para ustedes por su claridad para desnudar la estrategia comucicacional y de gobierno de Nicolás Maduro (a.k.a. «El Colombiano»):
“¡Les voy a dar hasta el lunes que viene! Si los encontramos violando la ley, tomaremos las medidas más radicales que haya que tomar”, amenazó el Presidente de la República, Nicolás Maduro, a los empresarios y comerciantes. Se refería ese martes, en el acto de conmemoración del 4 de febrero, a la Ley de Costos y Precios Justos, nueva arma en medio de una guerra iniciada en noviembre contra los especuladores, empresarios y comerciantes del sector privado a quienes la vocería oficial del Gobierno culpa de la escasez de alimentos e inflación.
Pero para el Ejecutivo Nacional la responsabilidad recae en otros. No sólo en el caso de la escasez y la inflación. Los raspacupos son los señalados de la crisis de divisas. En el caso de los apagones, apunta a los derrochadores de energía y los saboteadores. De la corrupción, al capitalismo. Cuando se agotan los recursos, corresponde adjuntar los pecados a los cuarenta años de la Cuarta República. Así, con esa formulación discursiva, el poder administra las culpas sin llegar a tocar los 15 años de revolución chavista.
“El Gobierno actúa reactivamente y echa la culpa a otros”, sentencia Jesús Seguías, presidente de Dantin Corp y consultor político, quien reconoce que Maduro se encuentra en “su legítimo derecho de intentar mantenerse en el poder y demostrar que puede hacerlo bien”. Asegura que en medio de ese propósito usa el viejo truco de buscar un enemigo interno.
Del totalitarismo y la banalización. Jairo Lugo, profesor venezolano en la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, cita a expertos como Herman Finner (quien en 1941 escribió el libro Responsabilidad Administrativa y Gobiernos Democráticos) y Carl J. Friedrich (catedrático de Harvard que analizó sistemas populistas con tendencia totalitaria, como el nazismo) para sustentar que un gobierno que no puede cumplir sus promesas ni ser eficiente debe buscar un chivo expiatorio. “Esa ineptitud de la gestión actual, si seguimos la lógica de los autores citados, se debe fundamentalmente a su estructura interna, caracterizada por una tendencia totalitaria que deriva de la tradición militar y marxista del movimiento revolucionario bolivariano”, puntualiza Lugo.
Desde otro ángulo, Orlando Villalobos, profesor de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Zulia y director del Centro de Investigación de la Comunicación e Información (Cici), considera que “la oposición banaliza lo que ocurre y propone una lógica de lo que sucede desde una óptica simplificadora. Se desacredita cualquier política gubernamental y se obvia, como dice el filósofo y sociólogo Edgar Morín, que estamos frente a una complejidad que no permite separar lo que está tejido junto. Nos hallamos en una coyuntura en la cual resulta inseparable lo económico, político, sociológico y afectivo”.
Pero las críticas a la gestión se dejan escuchar más allá del redil opositor. Los anuncios en política cambiaria realizados la semana del 24 de enero por parte del ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, y el presidente del Centro de Comercio Exterior, Alejandro Fleming, provocaron que sectores afectos al chavismo expresaran a través del portal Aporrea su rechazo a la vocería oficial. Como muestra, un botón. “Ministro Rafael Ramírez, no intente mojonearme”, escribió Neftalí Reyes. La colaboradora de ese medio, Ana López, preguntó: “¿Y dónde están los responsables de la mega estafa de Cadivi?”, mientras que Carmen Elisa Duarte espetó en su artículo “Soy una raspacupo, ¿y?”, todas expresiones de rebeldía ante la administración oficial de la culpa.
Dos días antes de la alocución del 4 de febrero, y también en medio de otro acto conmemorativo para el oficialismo por los 15 años de la llegada al poder del chavismo, el Presidente dijo: “Pónganse en mis zapatos. A los criticones de oficio los llamo a la reflexión. Yo sé a quién le estoy hablando”, expresión que recogió el director del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff, en un editorial, para agradecer “la ingenua sinceridad de quien admite, sin tapujos ni esguinces, que el cargo le queda grande”.
El viejo truco. Recuerda Seguías que durante la llamada Cuarta República, el presidente entrante y su equipo solían culpar a la administración anterior en los primeros años de gestión. De ahí expresiones como la del ex presidente Luis Herrera Campins cuando anunció en 1979 aquel “Recibo un país hipotecado”.
La particularidad del chavismo es que en su discurso, tras 15 años de gestión, la responsabilidad de las promesas incumplidas, como la transformación carcelaria o la evolución a una economía que se aleje del modelo rentista, corresponde a quienes gobernaron los 40 años anteriores.
Precisamente, tanto Seguías como Lugo coinciden en señalar el fracaso del modelo económico de la revolución, el cual fue sostenible hasta ahora gracias a la renta petrolera. Para el presidente de Dantin Corp, ésa es una situación que heredó el presidente Maduro y por eso está obligado a manejarse de forma que logre defenderse de los enemigos dentro del chavismo, más que de la oposición, la cual presenta un poder menguado en un año sin elecciones. ”El mandatario en el fondo debe tener la percepción política de que ellos son responsables de la corrupción y que la burguesía parasitaria nació en el seno de la revolución “, enfatiza Seguías antes de agregar que el Presidente “sabe que debe dar un viraje, pero el problema radica en cómo hacerlo sin daños”.
Lugo aprecia la intención gubernamental de apuntar a una gestión más tecnocrática que ideologizada, pero “su propia debilidad política lo ha hecho radicalizarse y por ende sigue excluyendo a los mismos agentes que le podrían dar un poco más de eficiencia”. Ante esta circunstancia, en opinión del profesor de la Universidad de Sheffield, Maduro y su equipo reparten culpas entre ciudadanos e instituciones.
Para Villalobos la situación resulta aún más compleja que evadir o adjuntar responsabilidades de una forma simplificada. El catedrático considera que la sociedad venezolana toda se enfrenta a un inmenso reto de cambio en una cultura que “justifica el raspacupo, el ‘bachaqueo’ de alimentos y de gasolina; que racionaliza el contrabando y justifica la fuga de capitales, en una especie de sálvese quien pueda, antes de que nos dé alcance el capitalismo salvaje o esa desdicha que anda suelta llamada crisis”.