Por Roberto Deniz
Armando. info
Redvital pareció surgir casi de la nada, a pesar de que reivindica 40 años de historia. Al irrumpir en el mercado en 2021 se proclamó sin ambages como la “farmacia más grande de Latinoamérica”, y para cumplir esa autoprofecía ha terminado por devorarse a la franquicia holandesa que por tres décadas fue la cadena mayorista más importante del país. ¿De dónde sacaron los dueños venezolano-palestinos de ese emprendimiento el músculo financiero suficiente para quedarse con Makro? De un suplemento de dólares de Cadivi.
Makro es cada vez menos Makro. La cadena de supermercados al por mayor, controlada por el holding holandés SHV y con presencia en Venezuela desde 1992, al final fue absorbida por el clan de los Hussein Abdalla, un desconocido pero poderoso grupo empresarial con base en el estado Carabobo, mimetizado ahora en la marca Redvital, pero que con otras fachadas sacó provecho del reparto de las codiciadas divisas preferenciales durante el prolongado y disfuncional control de cambio vivido en tiempos de Hugo Chávez.
En apenas dos años y casi en simultáneo al desarrollo de la pandemia de la Covid-19, los hermanos de origen palestino Samy, Khaled, Yihad y Amin Hussein Abdalla, pasaron de una alianza para el “relanzamiento” de las tiendas de Makro al control total de la que fue la cadena mayorista más importante del mercado nacional.
De este take over, que consagra el ascenso de otro grupo empresarial aventajado en la autodenominada Revolución Bolivariana, se supo por una comunicación enviada a los proveedores de Makro el pasado 17 de febrero. La circular anunciaba el fin de la actividad de Makro tras acumular años de pérdidas financieras debido a la prolongada crisis económica en Venezuela. El mayorista venía operando en “modo supervivencia” desde 2019, tal y como venían reflejando los informes financieros del holding. “En virtud de la reciente cesión de toda la operación de las tiendas Makro en Venezuela a la empresa Redvital, en fecha 31 de enero del corriente año, nos vemos en la necesidad de resolver el contrato de consignación”, concluía la carta.
Puertas afuera, todavía no se formaliza el fin de las operaciones de una multinacional que en su mejor momento tuvo 37 megatiendas en el país. Pero ese esplendor se extinguió. Ya en su reporte financiero del ejercicio financiero de 2022, publicado en marzo reciente, SHV aceptaba que “Redvital comprará el nombre de Makro [en Venezuela] y remodelará todas las tiendas restantes al nuevo concepto”, luego de que “a principios de 2023 se acordó que todas las tiendas Makro serán alquiladas y operadas por Redvital”. Pero el cambio del rojo de Makro por el azul de Redvital en cada una de las tiendas ha terminado por ser más que un rebranding.
Una carta de Makro a sus proveedores, fechada en febrero pasado, confirmó la cesión de su operación en favor de Redvital. Hace exactamente dos años Makro había anunciado el “relanzamiento” de sus tiendas.
Una carta de Makro a sus proveedores, fechada en febrero pasado, confirmó la cesión de su operación en favor de Redvital. Hace exactamente dos años Makro había anunciado el “relanzamiento” de sus tiendas.
Desde el inicio de la alianza con Makro, suscrita en 2021, Redvital mostró sus pretensiones con el ambicioso lema de ser la “farmacia más grande de Latinoamérica” en un país que, tan solo unos pocos años antes, vivió el desabastecimiento generalizado de productos básicos y medicamentos.
Esa ostentosa irrupción, que por su escala y significado inevitablemente levantaría el perfil público de los hermanos llegados de Carabobo, contrasta con el sigilo que predomina a la hora de hablar de los verdaderos dueños de Redvital y que estos hasta ahora habían utilizado para cubrir la construcción de su emporio.
En la escueta versión oficial de dos párrafos, contenida en la página web, se afirma que “somos una corporación con más de 40 años en el sector salud con un concepto único que integra medicamentos, insumos y equipos médicos especializados” y poco más.
Pero en ese relato no hay ni una referencia a una de las razones que explican el poderío económico del grupo de los hermanos Hussein Abdalla: los dólares de la extinta Comisión de Administración de Divisas, Cadivi, creada en 2003 por Hugo Chávez y reemplazada por Maduro en 2013 con el Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), en medio de las denuncias de funcionarios chavistas, como los ex ministros Jorge Giordani o Edmée Betancourt, sobre el desvío de miles de millones de dólares a las llamadas “empresas de maletín”.
Ni ejecutivos de Makro, ni el holding SHV, ni los hermanos Hussein Abdalla respondieron a las peticiones de entrevista solicitadas para este reportaje.
Fórmula magistral
Para entender el surgimiento de Redvital y el recorrido empresarial de los Hussein Abdalla hay que retroceder unos años, aunque no los 40 que apuntan en su historia oficial. De hecho, la edad de los hermanos o bien no alcanza los 40 años, como en el caso de Amin (39), el menor, o apenas los supera, como en el de Khaled (51), el mayor.
El registro de Redvital Comercializadora es reciente. Fue constituida en Valencia, capital del estado Carabobo, el 26 de agosto de 2020, en plena pandemia. Pero sus antecedentes relevantes se remontan hasta los años del control cambiario, cuando el grupo familiar consolidó su poderío económico y tejió una estructura societaria que se extendió a Panamá, Hong Kong o hasta las Islas Vírgenes Británicas, entre otras jurisdicciones consideradas como paraísos fiscales, para manejar algunas de las marcas propias que hoy se consiguen en los establecimientos de Redvital.
Ya en 2005, los hermanos Hussein Abdalla habían constituido la empresa Multisillas de Venezuela, dedicada a la comercialización de muebles para oficina y el hogar, así como los de uso industrial y comercial. Dos años después, en 2007, incorporaron Medica Latina (“Medica”, sin tilde en el registro), esta sí dedicada a la venta de material médico quirúrgico, farmacéutico y de laboratorio, entre otros rubros del sector salud, y antigua contratista del Frente Francisco de Miranda, según el Registro Nacional de Contratistas (RNC).
Ambas compañías destacan como grandes beneficiarias de los dólares asignados por Cadivi. En conjunto recibieron poco más de 455 millones de dólares desde su creación hasta 2011, una cantidad que casi duplica los 263 millones de dólares recibidos por una corporación de consumo masivo como la, entonces, División de Alimentos Polar -hoy Alimentos Polar-, o lo conseguido por competidores afiliados a la Asociación Venezolana de Equipos Médicos (Avedem), como Meditron o Laboratorios Dai, por citar sólo dos, con 144 millones y 103 millones de dólares, respectivamente.
El peso que el gobierno concedió a las dos compañías de los Hussein Abdalla en el reparto de divisas preferenciales era de tal proporción, que los redactores de una nota de prensa oficial de Cadivi en 2011 no vacilaron en mencionarlas, junto a grandes empresas transnacionales como General Motors, Procter & Gamble o Nestlé, como las principales beneficiarias de asignaciones durante el primer semestre de ese año.
Años después, en 2016, la entonces diputada opositora Karin Salanova planteó investigar, precisamente, a las empresas de los Hussein Abdalla, aunque erróneamente las identificaba como compañías del estado Aragua. Aquella petición no trascendió, y Salanova no atendió la petición de entrevista para este reportaje.
Sin embargo, fuentes que participaron en la investigación de las presuntas irregularidades en la asignación de divisas desde Cadivi confirman que el “conglomerado de empresas” de los hermanos Hussein Abdalla quedó identificado en su momento. Una tercera compañía, Biomateriales de Venezuela, creada en Caracas en 2009, tramitó otros 20.642 dólares en Cadivi y fue contratista del llamado Fondo Negro Primero, de acuerdo al RNC.
En simultáneo, los hermanos Hussein Abdalla han tenido relaciones indirectas con otros grupos empresariales también de origen palestino y beneficiados en tiempos de Cadivi, como el del Centro Textil El Castillo, cadena con presencia nacional en el ramo de las telas y mercería. Así, aunque ha sido una de las cabezas en las empresas del grupo familiar, Samy Hussein Abdalla también hizo parte del grupo de El Castillo como empleado hasta el 30 de noviembre del año pasado, según el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
Un reportaje de El Pitazo, publicado en diciembre pasado, y que adelantó algunas de las conexiones de los Hussein Abdalla con Redvital, precisamente mostraba a Samy Hussein Abdalla con dirigentes chavistas y opositores en los actos de reinauguración de las tiendas Makro en varias regiones del país.
“Para entenderlos a ellos tienes que entender primero a los del Centro Textil El Castillo. Al comienzo, en la época de Cadivi hubo una relación muy cercana entre ambos grupos”, asegura un empresario que prefirió el anonimato.
El clan de los Hussein Abdalla mantiene relación con otros grupos empresariales, como los de Centro Textil El Castillo, también de origen palestino. Samy, incluso, fue trabajador del grupo El Castillo hasta finales del año pasado.
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Semanario El Venezolano. Madrid, del 03 al 16 de agosto de 2022
Tomado de Cómo la opaca «botica» Redvital se apoderó de Makro en Venezuela