Se dice que las grandes fortunas siempre nacen a la sombra de los gobiernos y que después de una segunda generación los herederos empiezan a cobrar renombre social, originados por sus antecesores, quienes en su mayoría fueron cuestionados entonces.
Ese puede ser en un futuro el caso de Venezuela, donde por mas de 20 años han existido diferentes mecanismos de corrupción que han terminado por malversar un monto calculado en $500,000 millones.
Y es que la historia misma se ha encargado de relatarnos casos semejantes, donde a pesar de sus oscuros inicios, luego los apellidos cobran una inusitada importancia.
Por ejemplo, Mayer Rothschild, fundador de la gran dinastía bancaria que lleva su apellido, en 1769 fue el representante de la corte de Guillermo I en Hanau (Alemania), donde manejaba todos los asuntos financieros de la corte, incluidos los empréstitos. Luego, su hijo Nathan en 1814 fue el responsable por la corona británica de financiar la ayuda a los aliados para derrotar a Napoleón en la Batalla de Waterloo.
Ya en la época contemporánea, no obstante haber sido unos empresarios destacados, la familia Cisneros multiplicó sus negocios durante la presidencia de Rómulo Betancourt en Venezuela. Otro tanto hizo Carlos Slim en México durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari.
En la Venezuela actual muchos se han enriquecido, algunos con “apenas” unos millones y otros con cientos. Hace pocos años, cuando existía la oficina de control de cambios conocida como Cadivi, era común ver a muchachos de 20 años con fortunas de varios millones, obtenidas por “favores” hechos a empresarios que necesitaban las divisas para sus importaciones de insumos.
Precisamente por su juventud y por la escasa vigilancia internacional para entonces sobre el tema, estos jóvenes hubieran sido fácilmente identificables si hubiese existido la intención, ya que eran ostentosos. Relojes Rolex, joyas deslumbrantes, vehículos de lujo, yates, propinas estrafalarias, etc., formaban parte de su acontecer diario.
Sin embargo, el robo continuado por tantos años a las arcas del país, conjuntamente con las sanciones adoptadas contra individuos, empresas y bancos, los han vuelto más cautelosos en el presente. Por ejemplo, Rafael Ramírez, quien fue presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) por 10 años, actualmente poco se habla de él ya que prefiere tener un bajo perfil.
Desde luego, el hecho de las sanciones contra empresas y bancos, también ha afectado a la banca estadounidense, particularmente a la del Sur de la Florida. El 22 de marzo pasado la Oficina de Control de Activos Extranjeros en EEUU (OFAC), impuso una serie de sanciones contra algunos bancos venezolanos y sus subsidiarias, como son Bandes, los Bancos de Venezuela, Bicentenario, Universal y hasta el banco ruso-venezolano EuroFinance Musnarbank.
Resulta que ahora, según David Schwartz, presidente de la Asociación Internacional de Bancos de la Florida, (FIBA), los bancos de EEUU para evitar multas millonarias, tienen que revisar con lupa cualquier transacción que involucre a PDVSA, ya que esta había sido previamente sancionada.
Los bancos están exigiendo a sus clientes todos los contratos y facturas a fin de verificar que no se violan algunas de las sanciones. Lo problemático del caso es que aunque existen licencias generales que están sancionadas, también existen algunas excepciones que son difíciles de detectar. Por eso es que para la FIBA es preferible no hacer negocios que requieran una verificación tan exhaustiva.
Evidentemente, todo puede complicarse cuando se trata de ingresar cuantiosos fondos mal habidos a Estados Unidos. Aparte de que existen otros caminos más engorrosos de comprobar como sería las inversiones de sociedades off-shores, también se da el caso de autoridades que se hacen la “vista gorda” con la llegada de esos fondos. Ellos pueden decir, “yo no tengo que estar preguntando de donde viene el dinero, solo les pido que lo inviertan en mi ciudad”. Eso nos hace recordar el boom de la droga en los años ochenta, cuando se disparó la construcción en Miami.
Recientemente, se reunieron en esta ciudad representantes de la Unidad de Información Financiera (UIF) de EEUU, Argentina y Canadá. Su propósito fue implementar un mecanismo de rastreo del dinero y su trayectoria, a fin de evitar que eso fondos sucios sean “lavados”.
En todo caso, el traslado de capitales venezolanos a EEUU continuará por muchas vías, incluyendo la intervención de corporaciones y un largo y tortuoso camino por terceros países.
Solo nos preguntamos, ¿será que alguna vez los apellidos Chávez, Cabello y Maduro serán reconocidos como acaudalados filántropos por todo el mundo?
Hacemos votos porque esto no ocurra y que sean castigados y despojados de todos sus bienes, incluyendo familiares y testaferros.
Benjamín F. DeYurre es un economista y periodista. Twitter: @DeYURRE.
Tomado de Cómo la corrupción ‘lava’ los apellidos de personajes despreciables