Llevo varios días investigando sobre la venta de El Universal a un supuesto grupo español (Epalisticia). Creo poder afirmar, con certeza, que el trío de doctores chimbines relacionados con Epalisticia (Eduardo Lopez de la Osa, Jose Antonio de la Torre, y Jose Luis Basanta Otero) no tienen ni las credenciales, ni los fondos para haber pagado 90 millones de Euros por El Universal. De hecho, el único negocio legítimo que se le conoce a de la Torre es una imprenta familiar (Torreangulo Artes Gráficas) que quebró por insolvente el año pasado, y al Basanta Otero (Gallaecia Invergest) el Ministerio de Hacienda de España le ha congelado cuentas por impago de impuestos. En cuanto al tal Lopez de la Osa, el haber sido empleado de bancas de inversión hace años no significa que este señor tenga 90 millones de Euros para ir a comprar un periódico que no vale esa cantidad, que está generando pérdidas, que cada vez tiene mayores problemas para conseguir papel para continuar imprimiendo su periódico, y que opera en un país donde no se respeta ni una sola garantía legal que proteja las inversiones. Es más, existe prohibición explícita en la legislación vigente venezolana a grupos extranjeros de adquirir periódicos impresos en español (Decreto 2095, art. 26).
Pero, olvidemos por un momento el hecho de que la empresa que paga 90 millones de Euros por El Universal tiene un capital de 3.500 Euros. Olvidemos que el único socio de dicha empresa es otra, llamada Tecnobreaks Inc, de capital similar. Olvidemos que el único socio de la segunda es la primera (Epalisticia: único socio Tecnobreaks – Tecnobreaks: único socio Epalisticia). Olvidemos que dos empresas fantasmas, con menos de un año de operaciones, con capital combinado de 7.000 Euros, sin ninguna experiencia previa en lo que respecta a la propiedad y gerencia de periódicos haya «comprado» El Universal por 90 millones de Euros, a pesar de las prohibiciones legales en Venezuela. Olvidemos que el ente regulador venezolano -controlado por quién?- no haya pronunciado palabra al respecto. Olvidemos las declaraciones del Presidente de Venezuela -el que habla con pájaros- afirmando que debería prohibírsele a «una persona que viva fuera de Venezuela tener un medio» (tal prohibición existe desde 1992), y concentrémonos mas bien en el nuevo director de El Universal: Jesús Abreu Anselmi.
Abreu Anselmi es mejor conocido como uno de los prófugos del Banco Latino. El cargo previo al nombramiento como nuevo director de El Universal de Abreu Anselmi era director de FM Center. FM Center es una cadena de 64 estaciones de radio AM y FM en Venezuela, fundada por Rodolfo Rodríguez García, un cubano socio/empleado de Gustavo Cisneros y apologista de Gustavo Gómez López. FM Center supuestamente fue adquirida por Rafael Sarría, amigo de infancia, y supuesto asesor y testaferro de Diosdado Cabello. FM Center ha recibido muchos contratos de instituciones estatales, lo cual, en la Venezuela actual, no ocurre con empresas no afines al chavismo.
Sarría ya se ha desmarcado de la compra de El Universal. Pero vale recordar declaraciones similares de Víctor Vargas, otro boliburgués de dudosísima reputación, quien hizo declaraciones similares cuando la compra de la Cadena Capriles, para luego quedar expuesto como el frente principal en dicha operación. Lo cierto es que ni Abreu Anselmi, ni Sarría, ni Vargas, ni otros miembros de la boliburguesía, tienen un ápice de credibilidad. Con el precedente de la Cadena Capriles, identidad de cuyo verdadero dueño todavía se desconoce, y en ausencia absoluta de información veraz y comprobable, sólo queda elucubrar en torno al nuevo dueño de El Universal.
Gustavo Cisneros no necesita un periódico en Venezuela, y, honestamente, dudo que esté dispuesto a arriesgar 90 millones de Euros en ésta adquisición. Gustavo Gómez López, antiguo jefe de Abreu Anselmi y prófugo de Venezuela desde la quiebra del Banco Latino, es probable que tenga los fondos, y podría estar negociando su regreso a Venezuela con el chavismo participando en ésta operación. No obstante, yo me decanto por el binomio Sarría / Cabello, por las siguientes razones:
– la Cadena Capriles, y sus periódicos, estaría bajo el control del ala madurista (Tareck el Aissami, según Delcy Rodríguez).
– A la compra de la Cadena Capriles, dizque por un grupo inglés, le siguió una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia favorable a Víctor Vargas (sentencia de divorcio previa contraria a Vargas fue anulada), así como la aprobación del régimen de la fusión entre su Banco Occidental de Descuento y CorpBanca. Es decir, el involucrarse en la adquisición le produjo dividendos extraordinarios a Vargas, lo cual otros boliburgueses (Sarría) tendrían presente como argumento de negociación con el ala chavista interesada en adquirir El Universal.
– En la pugna interna chavista que existe entre el ala de Maduro y el ala de Cabello, tiene más sentido que Cabello adquiera El Universal a través de testaferros (ver primer punto). En cualquier caso, dicha adquisición, de haber estado relacionada con Gómez López o Cisneros sin participación de capital chavista, ha tenido obligatoriamente que ser aprobada por los reguladores chavistas. Es decir, tal venta no se habría podido concretar sin aprobación del régimen, lo cual indica que el chavismo tiene interés en que El Universal cambie de dueño, quien quiera que fuese, y de seguro tendrá voz y voto en el manejo futuro y línea editorial de El Universal.
Ante lo anterior, creo que el ángulo español (Epalisticia), aun con todo el interés que debería generar entre autoridades relevantes en España, no es primordial. A los tres «compradores» españoles les habrán pagado lo suficiente como para asegurar su silencio, y si a casos anteriores de lavado de dinero mal habido venezolano hemos de recurrir, poco puede esperarse de las autoridades españolas. De las venezolanas, por lo menos podemos inferir que están involucradas y que tienen intereses en este asunto. Por cuanto no puede concretarse una venta como la del periódico más antiguo de Venezuela, por 90 millones de Euros, a extranjeros (lo cual está prohibido) sin aprobación chavista.