Chávez promete y promete, y las realidades desbordan las promesas que nunca pretendió cumplir

VenePirámides

El número de inscritos en la Gran Misión Vivienda Venezuela superará la oferta del presidente Hugo Chávez de construir 2 millones de unidades entre 2011 y 2017. Hasta ahora y cuando no concluye aún la segunda oleada, se han registrado 1,98 millones de familias, según cifras oficiales.

En la primera ­efectuada en el Distrito Capital, Falcón, Miranda, Vargas y Zulia entre mayo y junio­ se inscribieron 1,3 millones de familias. En la segunda ­que se realiza desde el 9 de julio en Aragua, Carabobo, Lara, Mérida, Táchira, Trujillo y Yaracuy- van 680.000.

De manera que quedan 20.000 viviendas para las familias que se registren en el resto de la segunda oleada ­que finalizará el 10 de agosto­ y en la tercera que comienza en septiembre y que abarcará Amazonas, Anzoátegui, Apure, Barinas, Bolívar, Cojedes, Delta Amacuro, Guárico, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa y Sucre.

La promesa gubernamental ignora, además, el crecimiento demográfico. El Instituto Nacional de Estadística calcula que hay 430.000 venezolanos más cada año, lo cual implica que se necesitan construir 100.000 viviendas anuales solamente para las nuevas familias, de acuerdo con Alfredo Cilento, profesor del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción de la Universidad Central de Venezuela.

Son casi 3 millones de unidades, entonces, las que harán falta para solucionar el problema en 2017, como prometió Chávez: más de 2 millones para cubrir el déficit acumulado durante décadas y 700.000 para atender el incremento de la población en el período.

Para lograr el objetivo no son suficientes las 153.000 viviendas prometidas por el Gobierno para 2011 ni las 300.000 que debe edificar anualmente para acumular 2 millones en 2017.

Hacen falta 400.000 unidades cada año, una cifra nunca alcanzada en la historia del país.

Cuesta arriba. Los datos del Banco Central de Venezuela indicaron que en el primer trimestre de 2011 apenas se construyeron 11.600 viviendas, de las cuales 10.000 correspondieron al sector privado y 1.600 al público. A ese ritmo se edificarán cerca de 50.000 viviendas este año. El ministro de Vivienda y Hábitat Ricardo Molina informó que a finales de año estarán listas 47.290 viviendas.

El ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, que ahora coordina el Órgano Superior de Vivienda y Hábitat, tiene otras cifras: 18.000 unidades construidas: 12.000 del Gobierno y 6.000 de las empresas. Pero esa cantidad también resulta insuficiente para alcanzar la meta gubernamental.

Cilento dijo que el principal obstáculo para lograr el objetivo planteado es que en el país nunca se han construido más de 100.000 viviendas anuales.

Los datos históricos recopilados por el Instituto de Estudios Superiores en Administración, en la edición abril-junio de la revista Debates IESA, indican que la cantidad más alta de unidades terminadas en un año es 99.000 y se alcanzó en 1992.

En 2009 casi se igualó la marca ­con 98.000 concluidas- gracias a los incentivos generados desde 2005 por la aprobación de las leyes del Deudor Hipotecario y del Régimen Prestacional de Vivienda y Hábitat, entre otros elementos que impulsaron la actividad.

En 2010, sin embargo, la cifra de unidades terminadas retrocedió hasta 62.000 debido a factores como la persecución emprendida contra el sector privado por el cobro de ajustes por inflación en los contratos de preventa y la caída en la producción de los principales materiales de construcción.

Sin condiciones. Cilento aseguró que en las condiciones actuales es imposible ejecutar un plan masivo de construcción de viviendas. «En este momento no existe la capacidad para producir más de 100.000 unidades al año. No hay terrenos apropiados ni suficientes insumos».

Agregó que la satanización del sector privado, expresada en la expropiación de las proveedoras de insumos y en la intervención de conjuntos residenciales en desarrollo, tampoco ayuda.

«¿Quién se arriesgará a invertir dinero en la construcción después de lo visto en los últimos años?», dijo.

Adolfo Miquilena, ex presidente del Colegio de Ingenieros de Venezuela, advirtió que los problemas con el suministro de agua y electricidad ­la oferta es insuficiente para atender la demanda actual­ también atentan contra la meta gubernamental.

«Las instalaciones de servicios públicos de las ciudades no dan para más. En vez de invertir en llevar agua y electricidad a las viviendas, es mejor invertir en construirlas en los lugares dónde se produce agua y electricidad. Más que un plan de vivienda se necesita un proyecto de país», aseguró.

Otro inconveniente, según Miquilena, es el equipamiento urbano. «No se trata sólo de hacer casas. Los desarrollos deben incluir áreas comerciales y productivas, instalaciones educativas y sanitarias e incluso paisajismo. Quizás suene utópico, pero es viable. En Medellín se hizo».

Cilento indicó que el urbanismo es una condición indispensable para el éxito de un programa de vivienda. «Una casa mal ubicada, sin medios de transporte, sin servicios estables, sin acceso a educación y salud, sin espacios recreativos, no sirve para nada», según reportó el diario El Nacional.

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