El Caribe se convirtió en la ruta del narcotráfico del Cartel de los Soles hacia la costa este de los Estados Unidos, por lo que la cocaína es tal vez, la principal fuente de financiamiento del régimen de Nicolás Maduro.
De allí la estrategia de combate desplegada por la administración de Donald Trump en el contexto de la guerra asimétrica que se libra en occidente con el régimen de Maduro, quien está a la cabeza de la organización narcoterrorista.
La designación del Cártel de los Soles y el Tren de Aragua como organizaciones terroristas globales por parte de EE. UU. apunta en ese sentido, subraya José Humberto García, experto en temas de seguridad e inteligencia, en conversación con Sin Filtros y Venezuela Política.
García explora las rutas de la droga que atraviesan Venezuela, especialmente desde Colombia, al tiempo que detalla cómo el Cártel de los Soles estableció una ruta caribeña hacia el este estadounidense. Además, aborda la preocupante mezcla de fentanilo con cocaína y la respuesta del gobierno de Trump a este problema, incluyendo operaciones encubiertas y el uso de tecnología avanzada.
La narrativa del régimen venezolano niega la situación y la importancia de que la población y las fuerzas armadas reconozcan la realidad del narcocartel que ha secuestrado las instituciones del país.
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Cartel de los Soles: una organización terrorista global
No se trata de una designación más, advierte García, sino de un paso fundamental en la estrategia de combate al narcotráfico que Estados Unidos ha emprendido y que es el producto extensas investigaciones que revelaron la estructura transnacional del Tren de Aragua que incluye el tráfico de drogas, personas, armas de guerra y repatriación de capitales a Venezuela.
Paralelamente, las investigaciones en la isla La Española —a saber, Haití y República Dominicana—, confirmaron las relaciones del Cártel de los Soles con estas redes. Incluso, se encontraron «paquetes de cocaína que tienen soles en los sellos». La designación como organización terrorista es un paso institucional de EE. UU. para definir a sus capos y actuar con determinación.
Rutas del narcotráfico: el Caribe como eje estratégico
Refiere José Humberto García que el Caribe venezolano es estratégico y el régimen de Nicolás Maduro lo sabe y no está dispuesto a desaprovechar las ventajas que le ofrece a su organización criminal. Por ello, convirtió la inmensa fachada caribeña venezolana en una ruta crucial para el Cartel de los Soles.
De esta manera, incluso, complementa y hasta en ocasiones, supera, las tradicionales rutas mexicanas controladas por carteles como el de Sinaloa.
Explica que el Cartel de los Soles estableció su propia cadena de valor: «en el negocio de la producción, en el negocio de transporte hacia la costa este de los Estados Unidos, en el negocio de distribución en los Estados Unidos y, finalmente, la parte de repartición de capitales».
Subraya que la geografía del Caribe venezolano, con su estrecho mar territorial en algunas zonas y amplias aguas internacionales navegables desde sus costas, facilita las rutas directas hacia República Dominicana y Haití. La proximidad de Puerto Rico, territorio estadounidense con bases navales como Vieques, permite una «presencia de fuerza» constante de la Guardia Costera y la Marina de EE. UU. para interceptar el flujo de narcóticos.
Impacto de la cocaína venezolana: volumen y fentanilo
Asegura García que Venezuela se transformó en un epicentro del narcotráfico y transporta una cantidad alarmante de cocaína. Se estima que «aproximadamente entre el 25 y el 30 % de la cocaína que consume el planeta sale por Venezuela», lo que equivale a «aproximadamente 500 toneladas de cocaína». Esto contrasta drásticamente con volúmenes anteriores de «quizá unas 30 toneladas de cocaína por territorio venezolano», lo que indica una escalada masiva del negocio.
Señala como punto crítico de esta situación, la adulteración de la cocaína con fentanilo: «la cocaína que viene de Venezuela tiene un porcentaje de alta pureza, pero está mezclada en un porcentaje con el fentanilo». Aunque no especifica dónde ocurre la mezcla, menciona a Haití como un posible punto debido a su colapso estatal.
Refiere que el fentanilo, un opioide «con una potencia increíble», convierte el consumo recreacional de cocaína en «muertes accidentales», lo que es calificado como «un ataque directo a la seguridad de los Estados Unidos porque estás destruyendo a su población».
Entonces, José Humberto García hace una revelación contundente: el valor de 1 kg de cocaína en Nueva York es de, aproximadamente USD 50 000, lo que contrasta con el bajo precio del petróleo venezolano. Una afirmación que sugiere que el presupuesto interno del régimen venezolano “podría estar dependiendo aproximadamente el 50 %, si no más, de la cocaína».
Ejes de producción y transporte dentro de Venezuela
José Humberto García subraya que la geografía venezolana es clave en este proceso, con tres ejes principales que canalizan la cocaína desde Colombia y Perú hacia las costas venezolanas:
Eje Catatumbo:
Esta región, compartida entre Colombia y Venezuela, es la «zona que tiene mayor crecimiento de producción de hoja de coca dentro de Colombia». Los ríos Zulia, Catatumbo y Tarra fluyen hacia Venezuela, transportando pasta de coca o cocaína procesada. Se estima que este eje mueve «aproximadamente 300 de esas [450] toneladas».
Eje Arauca:
Colindante con el departamento de Arauca en Colombia y el estado Apure en Venezuela, esta zona es un punto de entrada para el material de los llanos orientales colombianos. Se calcula que el eje Arauca mueve «aproximadamente 150 toneladas por territorio venezolano».
Eje Vichada:
Ubicado en la frontera con el departamento de Vichada en Colombia y los estados Amazonas y Apure en Venezuela, el río Vichada sirve como ruta para la coca y cocaína proveniente de la región del Guaviare.
García explica que, desde estos ejes, la droga se transporta hacia las zonas de Falcón, Puerto Cabello e Higuerote, y también hacia Delta Amacuro, que conecta con rutas a África (Guinea-Bissau) y Europa.
Contranarrativa del régimen y la realidad en el terreno
El régimen venezolano, liderado por Nicolás Maduro —con una recompensa de USD 50 millones por su cabeza—, niega su implicación en el narcotráfico y echa mano de informes de la UNOCC que, supuestamente, no los califican en la lista de productores.
Sin embargo, esta información es considerada «falsa» y manipulada, puesto que el gobierno venezolano controla los datos que se reportan. La realidad en el terreno, según el experto, es que «el control del llano apureño es del ELN», y es un «secreto a voces» la coordinación de estos grupos con las fuerzas armadas venezolanas en zonas fronterizas.
La reciente orden del régimen de restringir el vuelo de drones en todo el territorio nacional, firmada por Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, es una reacción a la estrategia de EE. UU. de usar tecnología avanzada para operaciones encubiertas.
Estrategia de EE. UU. y el rol de otros grupos armados
José Humberto García precisa que la estrategia de EE. UU. —especialmente bajo la administración Trump— se centra en «operaciones encubiertas contra los laboratorios, contra los sistemas de transporte, contra todo lo que tenga que ver con la producción de cocaína».
Advierte que esto se lograría sin necesidad de una invasión militar a gran escala, utilizando tecnología avanzada como los drones Predator, capaces de «acabar con algo simplemente se le da a un botón y acabaron con todo eso».
En cuanto a los grupos armados, indica que el ELN ganó un control significativo en las zonas fronterizas y desplazó a facciones de las FARC. Describe a esta organización terrorista como «disciplinados y buenos combatientes» que suplantó a las FARC en el negocio del narcotráfico, la cual cuenta con el «apoyo a Venezuela» en cuanto a «armamento» e «inteligencia con los drones».
Para finalizar, García critica que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, haya permitido que el ELN acceda a «un porcentaje enorme de territorio colombiano», e incluso por supuestamente revelar posiciones militares colombianas al ELN.