Carta a un amigo desesperanzado

Hugo Chávez

Estimado amigo,
Esta es la segunda vez que me encuentro en la embarazosa situación de observar reacciones de nuestros compatriotas ante victorias de Chavez. La primera, no sé si recordarás, fue en el 2006, cuando Rosales. Me reconforta saber que hablamos justo antes de esta ultima elección, y que a tu pregunta sobre como veía las cosas, te respondí con un claro «no veo a Capriles ganando. «La realidad, para mi al menos, es muy sencilla. Chavez tiene lo más importante: el control de todo el dinero del estado. Más allá de su carisma, de su jerga populachera, y de su fenotipo vernacular, el hombre ha sabido usar los recursos de la nación para agenciarse el apoyo de vastos sectores, no sólo populares, sino de clase media y alta. Chavez tiene misiones (prebendas) para todas las clases sociales, y por ello, entre promesas, entre intangibles ofertas de la oposición, y tangibles, contante y sonante, del Chavez, la verdad es que no hay mucho que pensar. Eso sucedió en el 2006, y volvió a suceder hace un par de días.

No hay truco, lo que hay es billete, y mucho, de por medio. En nuestro lado se cuestiona la sostenibilidad del régimen chavista, los niveles de violencia, la depauperada infraestructura, las violaciones a los derechos humanos, civiles y políticos, las relaciones lesivas con dictaduras y otros adeptos al proyecto dizque revolucionario siempre expectantes ante la próxima dádiva o contrato con Chavez, y hasta la venta del oro de la nación. Pero la realidad es que los millones que votan por Chavez, sean de clases bajas, medias o altas (pues en todas las clases hay), les importa un bledo lo descrito. No podemos caer en el error de juzgar al otro desde nuestras premisas éticas, morales, e ideológicas, cuando el otro no comparte con nosotros dichas premisas. Hay que analizar esto desde las premisas del otro para poder entender. Es imperativo desarrollar la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y ver las cosas desde su ángulo. Al hacerlo es pero que muy fácil entender el por qué del apoyo al caudillo.

Venezuela vivió un período de relativa estabilidad entre 1958 y 1998. En esos 40 años fuimos muchos quienes de alguna u otra forma nos beneficiamos de aquel sistema, y somos más de 6 millones los que quisiéramos retornar a aquel estado utópico de cosas. Pero aquel sistema no produjo beneficios para el 100% de la población. Ningún sistema produce beneficios para el 100% de la población. Y los rezagados, los olvidados, los pobres (siempre mayoría) no se sentían tan identificados y representados por aquellos líderes como se sienten ahora con Chavez. La verdad es que aquel sistema le falló a muchos. Ahora sienten que uno de ellos está al mando, sienten que uno de ellos está vengandose de quienes los ignoraron y despreciaron por muchos años. Como se dice en inglés «It’s payback time», para los chavistas es tiempo de resarcirse de los males propios cuyas causas nos atribuyen. Ellos están convencidos que su pobreza, que su miseria, que su estado -cualquiera que fuese- se debe a nuestro bienestar, como si de un juego de suma cero se tratase. Los resentidos, capitaneados por el resentido mayor, están en el poder y créeme que no lo soltarán tan prestos como nosotros lo hicimos en el 98.

Esa es nuestra realidad. De nada vale seguir viendo las cosas desde nuestra óptica. De nada vale cuestionar propósitos desde nuestras premisas. Es enteramente fútil. Los que viven en barrios siempre han estado afectados por el hampa, por la violencia. Los pobres siempre han vivido en infraestructura depauperada, los pobres no gastan ni un segundo de sus vidas ponderando cuestiones abstractas como violaciones de derechos humanos, abuso de poder o inexistencia de libertad de expresión, por cuanto siempre han sufrido todas esas cosas. Ni hablar de sostenibilidad económica. Su estado, en esas líneas específicas, no ha cambiado. Lo que si ha cambiado, y por ello continúan votando por Chavez, es su percepción en cuanto a su posición y valía dentro de la pirámide gubernamental; lo que si ha cambiado es su percepción sobre la preponderancia otorgada a sus problemas por sobre los de otras clases sociales; lo que si ha cambiado es la regularidad con la que algún ente gubernamental los atiende o favorece con algún dinero, o dádiva, o bien, o servicio; lo que si ha cambiado es su relación con el más alto cargo del país, puesto que la figura del presidente ya no es ajena, lejana, inalcanzable, no, es uno de los suyos, y de vez en cuando se presenta con regalos y ordena a sus leguleyos atención y solución a sus problemas. Allí está, en mi opinión, el meollo del asunto. Eso es tangible, y no promesas sobre un futuro mejor, por cuanto ellos sienten que ya están viviendo ese futuro mejor.

Recuerdo en el 2006, cuando le preguntaban a Rosales «oye maracucho, y cómo me vas a resolver tu a mi?» En convencerles del cómo han fallado tanto Rosales como Capriles. Y seguirán fallando, por la sencilla razón de que no disponen de los recursos con los que cuenta Chavez. Fíjate la cantidad de contenido populista del discurso de Rosales y de Capriles. Han querido aparecer como más papistas que el papa, pues entienden que ese es el único camino. El problema es que la mayoría no les cree.

El escrito que me envias dice que se jodan, y falla. Ellos ni se sienten ni están más jodidos que antes, todo lo contrario. Los que están y se sienten así somos nosotros. Y lo cojonudo del asunto es que la mayoría chavista se regocija de ello. Como dijo el Chaman hace algún tiempo: «el espectáculo eres tú.» Por ello es tiempo de mirarse en el espejo, hacer examen de conciencia y evaluar el futuro. En lo que si coincido con el escrito es en aquello de la no pertenencia. O arrancamos con un plan de ingeniería social de varias décadas al estilo de los Romulos, o nos dedicamos a otra cosa. Desde luego que prometiendo lo que no se tiene, y analizando erradamente no llegaremos a ningún lado.

Vaya un abrazo,
Alek