El diputado Ricardo Sanguino señaló que la averiguación realizada por la comisión que investiga el uso de las divisas en el lapso 2011-2013, determinó que Cadivi aprobó 20 mil millones de dólares para importaciones que nunca ingresaron al país.
«La diferencia entre las liquidaciones y lo que ingresó se calcula en cerca de la cifra ya anunciada, por los 20 millardos de dólares», dijo Ricardo sanguino.
La cifra es de una magnitud colosal. Basta con observar que representa 95% de las reservas internacionales que de acuerdo al Banco Central de Venezuela se ubican en 21 mil 091 millones de dólares al cierre del 22 de mayo y supera por mucho al atraso que tiene el Gobierno en el desembolso de dólares a empresas del sector privado que por falta de materia prima recortan la producción.-
El economista José Guerra explica que el atraso en las liquidaciones de divisas al sector privado es la manera como el Gobierno evita un brutal descenso de las reservas internacionales.
Las distintas cámaras que agrupan al sector privado indican que el atraso en los desembolsos de dólares a las aerolíneas, medicamentos, alimentos, automotrices e industria química, entre otros, suman 14 mil millones de dólares, es decir, lo malversado en Cadivi supera en 43% a esta cifra.
Si bien la economía venezolana sufre una serie de desequilibrios que propician que exista un déficit de dólares, de no haberse producido la malversación en Cadivi la situación de las finanzas públicas y de la población, que padece una creciente escasez de productos básicos, sería menos adversa.
No es la primera vez que Venezuela sufre una sangría de divisas en medio de un control de cambio.
Entre 1983 y 1988 el expresidente Jaime Lusinchi mantuvo en funcionamiento a la oficina del Régimen de Cambios Diferenciales (Recadi) donde, de acuerdo con una investigación realizada por el economista José Luis Cordeiro, se malversaron 15 mil millones de dólares.
La historia demuestra que impedir la libre compra de dólares para enfrentar una veloz salida de capitales como las vividas en 2003 y 1983 creando un organismo que decide quién puede comprar divisas debe ser una medida de corta duración, de lo contrario, afloran los desequilibrios inherentes al control.
El dólar comienza a cotizarse a elevados precios en un mercado paralelo que cubre la demanda insatisfecha. De esta forma, los dólares entregados por Recadi, durante la administración de Jaime Lusinchi o Cadivi, durante la administración de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, se tornan muy demandados.
Así aparece el hábitat ideal para la corrupción. Empresas de maletín que con la complicidad de funcionarios públicos reciben dólares para importaciones ficticias o compañías que inflan el precio de lo que compran en el exterior para recibir divisas que luego son revendidas en el mercado paralelo, según reportó el diario El Universal.