ASERNE VENEZUELA: Islamización, el verdadero peligro

“¿Por qué este desprecio y violencia contra las tradiciones, bien sean
de índole religioso artístico, académico y hasta científico?”

El peligro por el que transita la
sociedad venezolana no es de índole político-económico, que es muy
significativo. Tampoco es de inseguridad alimentaria, que también
representa un gravísimo riesgo para la estabilidad de la subregión
latinoamericana.

El verdadero y real peligro que está viviendo Venezuela se debe a la
evidente realidad de perder su identidad cultural. Esto es su base
histórica, religiosa e idiomática. Son estos tres pilares los que
sostienen la familia como institución y toda cultura, y le otorgan a los
ciudadanos sentido de pertenencia a una nación.

Por ello no es gratuito que a lo largo de estos últimos años el
deterioro de la infraestructura cultural y su tradición estén dando pie a
un descarado desprecio oficial por todo aquello que represente valores y
principios de la cultura nacional.

¿Por qué este desprecio y violencia contra las tradiciones, bien sean
de índole religioso artístico, académico y hasta científico?

Creo no equivocarme ni exagerar si indico que la respuesta habría que
buscarla más allá de los disfraces ideológico-políticos y de las
obscenas realidades de la corrupción del régimen.

La respuesta hay que buscarla en el avance de la llamada Mancha verde
del islamismo y sus grupos terroristas. Si bien el momento actual es la
de estar lidiando con el chavismo y sus enclaves cubanos como ejército
de ocupación. La presencia en territorio venezolano de bases
terroristas, buscan instalar en suelo latinoamericano un Estado islámico
que sirva de avanzada para borrar la cultura occidental en esta parte
del mundo.

Nos parezca esto absurdo ante el dolor y sufrimiento de los
acontecimientos actuales, lo cierto es que en los próximos meses los
grupos de poder que mueven sigilosamente los hilos en el régimen se
estarán encontrando con los factores del radicalismo que son, en
definitiva, quienes tienen otros intereses muy distintos a los del
chavismo.

La destrucción del patrimonio cultural de la nación venezolana no
responde a un ideario socialista ni menos comunista. Esto se evidencia
en la nulidad teórica de quienes en este momento sostienen el poder real
en Venezuela: los militares. Porque una revolución no se hace con
mentalidad marginal ni con marginales. La propaganda oficial,
caricaturesca y banal de socialismo tropical, busca distraer el sentido
real de lo que se está evidenciando muy lentamente.

Detrás de los grupos radicales es donde en verdad se esconde la
respuesta del destino de este desastre y el sentido que tendría. Porque
la solución final ante el desastre social, político y económico de
quienes detentan el poder y quienes le adversan, es de una evidente
violencia que no se desea pero que ningún político puede o quiere hacer o
dejar de hacer para detenerla. Su desenlace se percibe indetenible e
inevitable.

Los países europeos, como es evidente y notorio, ya tienen la
presencia del arma más letal del islamismo: los hijos del profeta
Mahoma. Son estas minorías ortodoxas, fanáticas y supersticiosas
quienes, desde sus mezquitas levantadas en tierras de occidente,
planifican la destrucción de la cultura, religión, familia e idioma.

El reforzamiento del discurso de la inclusión, las argumentaciones
sobre la tolerancia y el derecho de las minorías étnicas, políticas,
sexuales, entre otros, si bien son derechos humanos que deben
respetarse, han permitido el encubrimiento de estos radicalismos y la
presencia de estas poblaciones como avanzada planificada para penetrar
las sociedades occidentales y destruirlas desde su mismo centro y
corazón.

Eso es lo que ocurrió en Venezuela donde se utilizaron a grupos
izquierdistas, parásitos complacientes, que permitieron la intromisión
de estos radicalismos en la propia dirección del Estado venezolano.
Estos grupos islámicos de avanzada desde hace años operan en sitios,
como la Alta Goajira, isla de Margarita, estado Amazonas, entre otras
zonas donde el adoctrinamiento y la conversión de pequeños grupos al
islamismo, son práctica común.

Los ingenuos políticos opositores al régimen totalitario creen que
llamando a elecciones, aún con un Consejo Electoral renovado, van a
frenar el avance del islamismo y radicalismo en suelo venezolano. Eso ya
es prácticamente imposible detenerlo. La única posibilidad es imponer
un gobierno que refuerce los controles sociales. Administre la admisión
del control de entrada al país, y sobre todo, diseñe un sistema
educativo que fortalezca la historia, el idioma nacional y los valores y
principios de la familia y cultura venezolana y occidental.

(*) [email protected] TW @camilodeasis IG @camilodeasis1

Tomado de ASERNE VENEZUELA: Islamización, el verdadero peligro