Aunque no sea un jerarca de la estructura oficial chavista, por su cabeza Estados Unidos ofrece una recompensa de diez millones de dólares, el mismo precio que hace dos años le puso a la del hoy ministro de Petróleo, Tareck El Aissami. Se trata de Álvaro Pulido Vargas, ciudadano colombiano como su socio inseparable, Alex Saab Morán, en los negocios que emprendieron en Venezuela durante más de una década y que todavía siguen, después de la captura de Saab en Cabo Verde en junio de 2020 y su extradición a Florida en octubre de 2021.
A diferencia de Saab, Álvaro Pulido siempre prefirió el perfil bajo desde que llegó a Caracas. Si bien sus cercanos lo apodan Cuchi, eso ni niega ni impide que su personalidad arrastre un halo sombrío. Hasta su identidad fue un misterio durante años, ya que su nombre real es Germán Enrique Rubio Salas, tal y como reveló en su momento la cadena televisiva en español Univisión de Estados Unidos. Fue con esa identidad pasada que quedó relacionado al narcotráfico como cabecilla del llamado Cártel de Bogotá.
La captura de Saab y la posterior exaltación de su figura por la propaganda oficial, apartó a Pulido casi por completo de esos focos de atención mediática que siempre evadió. Su discreción, que así se vio reforzada, escondía el hecho de que siempre fue el “cerebro” o mastermind de muchas de las tramas financieras de la dupla colombiana, desde aquel germen del Fondo Global de Construcción, donde la cara visible siempre fue la de Saab, pero en papeles el beneficiario final era Pulido.
No en vano, el nombre de Álvaro Pulido está en la misma acusación de un tribunal de Florida, divulgada a mediados de 2019, que provocó la captura de Alex Saab un año más tarde en Cabo Verde, así como en otra aún mayor, revelada sólo días después de la extradición de Saab a Estados Unidos en octubre de 2021, y relacionada con el posible lavado de 1.600 millones de dólares a través de la venta de alimentos para los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), negocio que el tándem colombiano acaparó con la empresa Group Grand Limited desde la propia creación del programa en 2016.
Pero el torbellino judicial que se tragó a Alex Saab fue una oportunidad para Pulido. Documentos obtenidos para este reportaje confirman que la detención de su socio en Cabo Verde no lo arredró. En realidad, tras ese episodio, Pulido continuó no sólo las operaciones millonarias ligadas al despacho de alimentos para el régimen de Nicolás Maduro, sino que añadió a su portafolio la comercialización de millones de barriles de petróleo venezolano mediante decenas de compañías de fachada que, en algunos casos, todavía adeudan millones de dólares a la estatal Pdvsa y que, en otros, maquillaron a su favor las cifras reales de crudo transportado a puertos asiáticos.
Además de esas sociedades de fachada, muchas de ellas sin siquiera registro comprobable, los papeles conseguidos por Armando.info revelan el uso de identidades y direcciones ficticias, así como la falsificación o adulteración de los documentos de embarque a espaldas de la propia Pdvsa.
Nada más un par de esas sociedades de pantalla controladas por Pulido, Retino Maritime y Yugtang Fung, en conjunto deben a Pdvsa 90,3 millones de dólares por petróleo despachado en 2021 y que no está asociado a “esquemas de compensación financiera”, de acuerdo a documentos internos de la estatal. Son los mismos documentos que muestran que, hasta agosto de este año, las deudas de los intermediarios que colocaron el crudo en mercados internacionales alternativos como parte de la estrategia diseñada por el Ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, para evadir las sanciones de Estados Unidos impuestas a la petrolera en 2019, causaron un hueco de hasta 8.000 millones de dólares en las finanzas de la estatal.
Pero el negocio petrolero que Álvaro Pulido Vargas terminó manejando a discreción tras la captura de Alex Saab era mucho más amplio y caudaloso. Superó los 1.000 millones de euros y comprendía la comercialización de petróleo como “compensación” de pago por el suministro de alimentos.
Ganancia por todos lados
El 30 de abril de 2020, cuando en Venezuela ya se sentían los efectos de la pandemia de la covid-19, Bariven, la filial de Pdvsa encargada de la compra en mercados internacionales de suministros y materiales para la estatal, suscribió dos contratos por poco más de 1.000 millones de euros con una desconocida compañía rusa denominada Protón S.L. para ese suministro de alimentos a cambio de buques cargados con petróleo venezolano.
Como representante de Protón en el contrato figura un ciudadano llamado Eduardo Ortiz, sin segundo apellido, como tampoco cédula o documento de identificación, datos que regularmente aparecen en contrataciones con el Estado. Pero Protón es, en realidad, una compañía rusa ligada a Pulido y Saab. De acuerdo al registro mercantil fue fundada en marzo de 2020, apenas un mes antes del millonario acuerdo con Bariven, por María Camila Ballén Hernández, una joven también colombiana que dirigió la oficina de los empresarios en Moscú, tal y como reveló Armando.info recientemente.
A la postre fue el último gran negocio que consiguió Alex Saab con el régimen de Nicolás Maduro, sólo mes y medio antes de ser detenido en Cabo Verde, y quedó en manos de Álvaro Pulido.
El primero de los contratos entre Bariven y Protón llegó a 970,5 millones de euros a cambio del “suministro de víveres” en 30 millones de “combos compuestos por alimentos de primera necesidad” como arroz, leche en polvo, azúcar o pasta con “un peso total de 12 kg y la mayor variedad de productos posible”. De allí se desprende que cada caja de alimentos fue facturada por la compañía rusa controlada por Saab y Pulido en 32,35 euros, y cada kilogramo de productos en 2,69 euros.
El segundo contrato, firmado el mismo día, fue por 52.521.696 euros y pacta otros precios por los mismos productos. Ese convenio fue por 1.490.400 “combos” que debían sumar 19 kilogramos de los mismos “alimentos de primera necesidad” y la “mayor variedad de productos posible”, lo que promedia cada caja en 35,24 euros, a razón de 1,80 euros por cada kilogramo.
Ambos acuerdos sumaron 1.023 millones de euros que Pdvsa debía cancelar a Protón con petróleo. “Infórmese a Protón S.L que se ofrecen de manera expresa, irrevocable e incondicional los derechos de pago y créditos comerciales derivados del suministro de crudo de petróleo a quien Protón S.L determine”, establece el acuerdo firmado por el presidente de Bariven, Óscar Dávila Rondón, un militar del ejército con recorrido en varios cargos públicos.
Para esas operaciones, Álvaro Pulido manejó una red de decenas de compañías de fachada que movieron el crudo a puertos de Singapur y Malasia, sobre todo. Si los documentos revelan inconsistencias en los precios de facturación de los alimentos, algo similar ocurre al detallar la operación entre Pdvsa y la red de empresas de Álvaro Pulido.
La documentación muestra que, entre septiembre de 2020 y enero de 2021, con Álex Saab ya detenido en Cabo Verde, unas 15 compañías manejadas por Álvaro Pulido realizaron al menos 24 embarques con una carga neta total -esto es, restando el porcentaje de agua y sedimentos al momento del embarque- de 18,1 millones de barriles de petróleo crudo, la mayoría del tipo Merey. Pero en los puertos de destino esa carga se redujo artificialmente a 17,6 millones de barriles, unos 570.535 barriles menos, tras abultar aún más el porcentaje de pérdidas.
En la práctica, las intermediarias controladas por el socio de Alex Saab se quedaron con el equivalente a entre 16 y 29 millones de dólares, según el precio promedio que el crudo Merey tuvo en los años 2020 y 2021. Al precio actual de 71,56 dólares por barril al cierre de octubre, según datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la pérdida para Pdvsa sería aún mayor, ya que esos 570.535 barriles se cotizarían ahora en 40,8 millones de dólares.
Uno de los casos más llamativos entre esas transacciones es el del buque Ocean Pride 1. El 28 de septiembre de 2020, poco más de tres meses después de la detención de Alex Saab en la Isla de Sal en Cabo Verde, partió de los muelles de la refinería de Jose en el estado Anzoátegui, hasta el puerto de Sungai Linggi en Malasia, donde atracó el 16 de noviembre. Al momento del embarque la carga neta totalizó 675.765 barriles de crudo Merey 16 tras descontar el equivalente a 1,515% de pérdida por agua y sedimentos. Sin embargo, al llegar al puerto destino la pérdida reportada se incrementó un 7,05%, equivalente a casi 40.000 barriles, para totalizar 637.784 barriles de crudo.
“Es un negocio en el que ganaba por todos lados: el valor real de la caja de alimentos era inferior, pero con esos precios se inflaba la deuda de Pdvsa y luego se quedaba con más petróleo del que realmente correspondía, un petróleo que de entrada Pdvsa le entregaba con descuentos”, explica una fuente que pide el anonimato.
El negocio de petróleo por alimentos controlado por Álvaro Pulido pudo ser aún mayor, ya que la misma Bariven firmó el 4 de mayo de 2020 un contrato por 33,12 millones de euros con Corporación Inlaca, en manos de Saab y Pulido desde marzo de 2019, para el suministro de 24 millones de leche líquida marca Mi Vaca, a razón de 1,38 euros por cada litro. Esa mercancía también debía pagarse con petróleo venezolano, según muestran los documentos.
La estatal Bariven también entregó un contrato por 33,12 millones de euros a Corporación Inlaca, meses después de que la compañía responsable de la marca Mi Vaca pasara a manos de Alex Saab y Álvaro Pulido.
Vidas paralelas
El esquema con Protón fue el mismo que a mediados de 2019 ensayó el régimen de Nicolás Maduro, también con Alex Saab y Álvaro Pulido como contrapartes.
En esa oportunidad, el pago con petróleo era a cambio de camiones cisternas. A la operación le sirvieron de fachada unas empresas mexicanas que nada tenían que ver con el negocio petrolero y en las que también apareció Joaquín Leal Jimenez, un joven empresario mexicano a la postre sancionado por el Departamento del Tesoro en 2020.
Las autoridades norteamericanas calcularon entonces que a través de ese esquema de tres sociedades mexicanas, la dupla de empresarios colombianos había cargado unos 30 millones de barriles de Pdvsa.
Los nuevos documentos obtenidos para esta cobertura permiten confirmar que el negocio petrolero para Saab y Pulido se extendió al menos hasta los primeros meses de 2021 y que en 2020 transportaron al menos 61,9 millones de barriles, casi la mitad de los cuales salió de las refinerías venezolanas después de la detención de Saab en Cabo Verde el 12 de junio de 2020.
Esa captura de Alex Saab en el archipiélago africano, así como su posterior extradición a los Estados Unidos, cortó lo que durante más de una década fue una vida paralela con Álvaro Pulido haciendo millonarios negocios con el régimen chavista.
Ahora, mientras Alex Saab espera en una prisión de Florida el eventual inicio del juicio en su contra, dilatado por la estrategia de su defensa de alegar “inmunidad diplomática”, Álvaro Pulido duerme en una casa del Country Club de Caracas. Así como en el pasado evadió las acusaciones en Colombia con su identidad real, hasta ahora ha logrado escapar a la justicia estadounidense. “Rubio está desde hace dos años en Colombia, trabajando con cinco identificaciones falsas con las que entraba y salía del país”, reseñó El Tiempo de Bogotá en una nota del 11 de mayo de 2000.
Fuentes conocedoras de las actividades de Álvaro Pulido señalan que desde hace un tiempo no es una figura del agrado de Delcy Rodríguez, la poderosa vicepresidenta de la República y hermana del presidente del parlamento chavista y jefe de la delegación negociadora del oficialismo en México, Jorge Rodríguez. Eso explicaría que este año Pdvsa haya descartado al colombiano mientras recurría a otros intermediarios afines a distintos grupos de poder para la comercialización del petróleo venezolano, como los hermanos Majed y Khaled Khalil.
Coinciden también en que, a diferencia de Alex Saab, quien con una personalidad más jovial mantenía las relaciones con ministros y hasta con el propio Nicolás Maduro, la personalidad “tosca” y “arrogante” de Pulido le ha causado roces con la plana mayor de Pdvsa y otros funcionarios.
Por ahora, en todo caso, congraciado o en desgracia, a Álvaro Pulido el gobierno de Nicolás Maduro sigue sin mencionarlo, tal y como pasaba con Alex Saab hasta aquel 12 de junio de 2020 en el que fue detenido en Cabo Verde. Solo entonces empezaron a hablar de este. ¿Deberá ocurrir algo similar con Pulido-Rubio para que el régimen de Caracas acepte su existencia?
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