«¡Necesitamos voluntarios!» «¿Serás mi testigo?» «¿Ayudarás a organizar las primarias en Londres?»
Este tipo de comentarios han estado llegando a mi bandeja de entrada desde hace un tiempo. Habiendo organizado y organizado mi parte de eventos políticos relacionados con Venezuela en Londres en el pasado, todo el mundo espera que esta vez también participe en la organización de las cosas.
Aunque no lo soy. Si bien mis compañeros blogueros venezolanos se han dedicado a publicar por quién votarán y por qué, prefiero decir que no voy a votar, no el domingo, no en octubre, y explicaré por qué las primarias del domingo no serán las momento decisivo que cada uno está «prediciendo».
Ninguna cantidad de ilusiones y politiquería a puertas cerradas derrotará al mejor, más rico y más poderoso político de Venezuela. No tiene sentido, en mi opinión, andarse con rodeos en este caso. Independientemente de que el domingo el candidato de la oposición obtenga 1,5, 2,5, 3,5 o 5 millones de votos, Chávez ganará, nuevamente, en octubre.
Es una completa tontería, en mi opinión, siquiera considerar que la oposición tiene una oportunidad en la carrera presidencial -a menos que el caudillo muera en el ínterin- mientras que el poder electoral sigue siendo el Ministerio de Elecciones de Hugo Chávez.
La oposición, vieja y nueva, está condenada. Es bastante difícil para mí, ponerme nervioso por Henrique Capriles Radonski, cuando sus parientes muy cercanos están hasta las orejas en gigantescos chanchullos de corrupción y, efectivamente, dirigen los medios de propaganda más eficientes de Chávez.
Y perder el tiempo hablando de si son de centroizquierda, o de centroderecha, o si son como Lula o Uribe, no tiene sentido. En su lugar, deberían estar planeando cómo ocupar hasta el último colegio electoral del país, especialmente aquellos en las zonas rurales de Venezuela, donde miles de votantes fantasmas siguen dando a Chávez el 100% de los votos. Deberían asegurarse de que cualquier cosa que anuncie el CNE sea un fiel reflejo del voto de la gente, y no un resultado manipulado y no auditado de Smartmatics controlado por el CNE que solo un tonto como Jimmy Carter respondería. Hasta que eso suceda, ninguno de ellos tiene una oportunidad, y pensar lo contrario es una tontería. Lula no es la figura icónica que deberían seguir, sino Alejandro Toledo, el humilde cholo que derrotó, posiblemente, al primer dictador posmoderno de América del Sur: Alberto Fujimori.