Las noticias recientes sobre las inundaciones en mi país me han preocupado, así que esta mañana tomé el teléfono y conversé con un buen amigo que vive en Mérida. Me dio un breve resumen de la situación comentando que el desastre causado por las fuertes lluvias no afectó tanto a Mérida; Santa Cruz de Mora, por otro lado, se ha visto gravemente afectada. El río Mocoties, convertido, a causa del aguacero conocido localmente como «vaguada», en una avalancha de lodo muy rápida y poderosa, se precipitó por el valle y destruyó muchísimas casas, la terminal de ómnibus y otras edificaciones ubicadas en la zona baja de Santa Cruz. . El acceso a Mérida es únicamente a través de la vía altoandina por deslizamientos que han bloqueado la carretera que conecta la ciudad con El Vigía. Afortunadamente, el área donde vive mi familia no se vio afectada.
Mi amigo me dijo que había estado observando durante varios días, en el canal meteorológico, cómo se formaba la «vaguada» en la cuenca del Amazonas cerca de Bolivia y Perú y avanzaba lentamente hacia Venezuela. Según él, la formación de nubes es muy similar a la de un huracán, siendo la diferencia entre los dos frentes la velocidad de los vientos que transportan las nubes del tipo cumulonimbus. Dado que en frentes de tormenta similares asociados a huracanes los aguaceros fuertes son la norma, se mostró bastante asombrado de que nadie alertara sobre las consecuencias que se derivarían ante el ritmo mucho más lento de la «vaguada» concluyendo «tanto para el socialismo chavista y cuidar a los pobres!»
Bueno, eso lo resume bastante bien, ¿no? Nos hemos enterado de los más de mil millones de dólares que destinó el régimen allá por 1999 para reconstruir Vargas que hasta el día de hoy no tiene infraestructura; hemos sabido cómo funcionarios eficientes que propusieron planes coherentes para evitar más tragedias en Vargas fueron desestimados; sabemos cómo Chávez decidió, en detrimento del beneficio de su muy cacareado y ‘amado’ electorado, rechazar las ofertas de ayuda de Estados Unidos; podemos contar con los dedos de una mano los nuevos desarrollos que se han construido para las miles de víctimas de la tragedia de 1999; podemos afirmar que la ayuda internacional recibida también ha sido sustraída o hurtada o dejada caducar; en suma hemos visto una película de seis años de socialismo chavista que sigue multiplicando el número de pobres; hemos sido testigos de cómo el maestro de ceremonias de los extorsionistas es enterrado como un héroe revolucionario; hemos visto la total devaluación y destrucción de nuestra única industria rentable; aún falta conocer la suerte de Silvino Bustillos, emblema de la creciente lista de desaparecidos, asesinados o encarcelados ilegalmente por este régimen; vimos los detalles del narcoterrorista de las FARC Rodrigo Granda en nuestro padrón electoral; recordamos la captura de Wladimiro Montesinos, amparado por las más altas esferas del poder, mientras seguimos contando las víctimas de la violencia política; todavía estamos por ver al régimen arrestando a cualquiera de los terroristas que Colombia alega viven en Venezuela; todos podemos sentir el odio entre nosotros y la profunda división que ha fracturado nuestra sociedad una vez feliz pero afortunada; nosotros, los venezolanos, ahora podemos ser llevados a otro país para enfrentar la ‘justicia revolucionaria’ debido al enfermizo enamoramiento de un militar degenerado cuya formación fue para ayudar a garantizar nuestra soberanía; eso y más es lo que se conoce como socialismo en Venezuela.
Cualquiera que esté mirando desde lejos debería ser mejor advertido de ser extremadamente cauteloso con este tipo de socialismo.