A los mafiosos de Hugo Chávez les encanta cantar el mantra «Venezuela quiere tener las relaciones más cordiales con los EE. UU., basadas en el respeto y la comprensión mutuos…» Bueno, ¿cómo es que la prohibición de que una delegación bipartidista del Congreso de los EE. UU. ingrese a Venezuela es un augurio para la situación antes mencionada?
No fue suficiente, para Chávez, haber orquestado con Kirchner, los disturbios y el posterior ataque mediático a Bush en Mar del Plata. Tampoco le bastó llamar al presidente Fox «perro faldero del imperio» -hay que amar la ironía ante la dinámica del matrimonio Castro-Chávez… Ahora el paria seudorevolucionario ha subido la apuesta al negarse a entrar a la delegación Hyde-Lantos, que seguramente fue organizada de antemano por el terriblemente eficiente Bernardo Alvarez Herrera y sus muchachos VIO.
Para mí esto no es más que otra prueba del evidente desprecio de Chávez por la diplomacia y la amistad, pues no olvidemos que la mayoría de los pasajeros de ese avión simpatizan abierta o encubiertamente con el aspirante a dictador venezolano.
Seguramente, es de esperar que algún estúpido funcionario del aeropuerto sea culpado por esto. De lo contrario, la prohibición se atribuirá a algún tecnicismo. El hecho es que un país que constantemente se jacta de sus intenciones de reparar las relaciones con otro, mientras somete a los ciudadanos de este último a humillaciones y hostigamientos, ni siquiera puede pretender ser tomado en serio. Hay que esperar que, tras este incidente, tanto republicanos como demócratas lleguen a entender el significado de la amistad, según el diccionario abreviado chavista.