Siguiendo los pasos del narcogeneral chavista, Hugo Carvajal Barrios, el miembro del cártel de los Soles y sentenciado a 21 años de prisión, general, Cliver Alcalá Cordones escribió una misiva al presidente de Estados Unidos donde advierte que el régimen controlado por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello han construido una corporación criminal que opera a las sobras del Estado.
El general venezolano Clíver Alcalá Cordones, uno de los oficiales más influyentes del chavismo durante la primera década del siglo XXI y hoy el único alto mando militar sentenciado en Estados Unidos por su participación en el Cartel de los Soles, envió desde prisión una carta que reabre el debate sobre la estructura interna de poder en Venezuela. El documento, dirigido a autoridades estadounidenses, describe con detalle cómo Nicolás Maduro y Diosdado Cabello habrían dirigido personalmente tanto la maquinaria de fraude electoral como las operaciones criminales que sostienen al régimen.
Alcalá cumple 21 años y ocho meses en una cárcel federal tras admitir haber colaborado con las FARC, facilitar movimientos de armas —incluyendo lanzagranadas— y garantizar el paso de cargamentos de cocaína enviados hacia Estados Unidos. Esa condena, que lo reconoce como pieza operativa del Cartel de los Soles, confiere especial relevancia a su testimonio, elaborado desde la perspectiva de un actor interno que participó en la militarización del crimen organizado en Venezuela.
Un sistema dirigido desde la cúspide del poder
En su carta, Alcalá sostiene que Maduro y Cabello han ejercido un mando conjunto que trasciende la política y penetra en las áreas más sensibles del Estado. Según su relato, ambos conforman “la jefatura real” del aparato criminal que se consolidó bajo el chavismo. Mientras Maduro habría sido el responsable de articular relaciones internacionales, alianzas ilícitas y la estrategia política del régimen, Cabello fungía como el operador militar, encargado de asegurar lealtades, disciplina interna y protección armada para las redes de narcotráfico.
Alcalá describe a Cabello como el “garante final” del sistema, con influencia directa sobre generales, comandantes regionales y estructuras asociadas a la seguridad interna. Bajo su supervisión —afirma— se mantuvieron rutas de cocaína, operaciones de minería ilegal en el Arco Minero del Orinoco y el despliegue de colectivos armados en momentos clave de tensión política.

El fraude electoral como política de Estado
La carta dedica un apartado a la cuestión electoral, un terreno que el general presenta como inseparable de la estructura criminal del régimen. Alcalá afirma haber sido testigo del uso de máquinas paralelas de votación y de sistemas internos diseñados para alterar totalizaciones electorales. Aunque reconoce que los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez ejecutaban la ingeniería técnica del fraude, insiste en que las decisiones finales provenían de Maduro y Cabello, quienes habrían autorizado la manipulación de resultados para blindar la permanencia del gobierno.
Según su testimonio, el general Carlos Quintero, integrante del poder electoral, dirigía los aspectos técnicos del sistema, mientras Cabello desplegaba la infraestructura de coerción necesaria para asegurar que ninguna autoridad militar o civil interrumpiera la operación.
Narcotráfico, minería ilegal y expansión criminal
Alcalá también detalla la evolución del Tren de Aragua, al que identifica como una estructura criminal con origen en las cárceles venezolanas, protegida y utilizada posteriormente por el régimen para operaciones de control social y expansión ilícita. Afirma que esta organización —hoy extendida en varios países de la región— fue “exportada” deliberadamente como herramienta de influencia y presión.
En materia económica, la carta subraya que el oro extraído del Arco Minero fue convertido en un instrumento de lavado de dinero y financiamiento político. Según Alcalá, “el oro es la moneda dura del narcotráfico estatal”, y su flujo habría sido controlado por redes bajo la órbita de Cabello.
Relaciones internacionales bajo supervisión directa
El general asegura que Maduro manejó personalmente las relaciones con Irán, la Guardia Revolucionaria y actores vinculados a Hezbollah. Señala que estas alianzas no solo tenían un componente político, sino que estaban vinculadas a intercambios ilícitos y a la construcción de canales financieros paralelos.
Asimismo, afirma que desde 2007 tuvo conocimiento de contactos no oficiales entre figuras del régimen venezolano y legisladores estadounidenses, sin especificar nombres, pero sugiriendo un manto de operaciones paralelas destinadas a influir en actores externos.
Advertencia final a Estados Unidos
Alcalá cierra la carta con una advertencia contundente: “El régimen de Maduro y Cabello representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Afirma estar dispuesto a declarar sobre todos los asuntos mencionados, así como sobre otros episodios que, según él, permanecen desconocidos para las autoridades estadounidenses.
Su estatus como general retirado, condenado y cooperante potencial, ofrece al documento un peso político y judicial que podría tener implicaciones en procesos abiertos contra funcionarios venezolanos y en la política de Washington hacia Caracas.
Un testimonio que erosiona la narrativa oficial del régimen
La carta de Clíver Alcalá no solo describe la estructura operativa del Cartel de los Soles desde la perspectiva de un condenado. También cuestiona la base de legitimidad del régimen de Maduro al vincular directamente a su cúpula con fraude electoral, narcotráfico y alianzas con actores internacionales sancionados.
En un momento de creciente presión militar y diplomática en el Caribe, las afirmaciones de Alcalá se suman a un expediente que ya no depende únicamente de informes de inteligencia o acusaciones externas, sino de voces que participaron activamente en la construcción del sistema.
