El pastor y su rebaño; por Leopoldo López Gil [@LeopoldoLopezG]

Asistí a un encuentro muy especial. Nos reunimos con un ser único, representante y encarnación de los valores del mundo cristiano: el papa Francisco.

Sirvan estas líneas para recoger las impresiones y lecciones de los minutos de contacto con quien representa la autoridad y conducción de un sector importante de la humanidad. Se trata de un líder sereno, auténtico, un conductor que con el temple de su carácter y el profundo pozo de su sabiduría calma tempestades y siembra la paz al dominar los huracanes creados por los hombres, en su mundo de vanidades, egoísmos e intolerancias.

La mañana comenzó con la bendición a los presentes, para luego dar lectura a una epístola según Lucas. En ella se relata que un pastor cuando conducía un rebaño de cien ovejas, notó que una de ellas se había extraviado, y angustiado, decidió dejar a las 99 sin cuidado y buscar la extraviada. Cuentan las sagradas escrituras que, cuando encontró al animal perdido, lo cargó sobre sus hombros y emprendió el largo camino a su casa, donde celebró el acontecimiento con amigos y vecinos.

La lección de Lucas es para el papa Francisco una orden, y es que todos los pastores deben ser celosos de buscar la oveja perdida y asegurarse de su salvación e incorporación al rebaño. Enseñanza sencilla, pero a la que muy pocas veces recurrimos como lección aprendida. Usualmente actuamos con gran indiferencia ante situaciones parecidas, como cuando las minorías son sacadas del rebaño y olvidadas en sus espacios perdidos.

Nos olvidamos de aquellos que se rebelan y todo lo entregan en la vida en defensa de sus principios y se convierten en hombres y mujeres de las dificultades, para transformar su bandera en una lucha personal al crear resistencia a la complacencia, cuando los principios y sacrificios surgen como pilares sobre los que oportunamente se construirá su sueño.

Todo es muy complejo de entender, como difícil es comprender por qué el pastor abandona el rebaño para atender a una oveja descarriada. Siempre ocurre cuando surge la tortura del aislamiento, y cuando la prisión tras los barrotes de la injusticia abre el entendimiento para el resto de los hombres y mujeres en la sociedad. Son aquellos que, distraídos ante sus penurias o esperanzas particulares, representan el buscar y traer de nuevo al que se extravió. Ese por el que todo se sacrificó y el pastor hizo en hombros para convertirlo en motivo de celebración y regocijo.

El santo padre ha advertido que en Venezuela se debe estimular un proceso de entendimiento y diálogo sincero, porque para dejar de ser una nación extraviada hemos de regresar al rebaño. No sumisos a una voz irracional sino tomar los caminos de libertad, inclusión e igualdad.

El camino está en la reconciliación. Nada de polos opuestos, divisiones y fracturas. Ya en su día los padres de la patria, los nuestros, los auténticos, escribieron páginas heroicas en su día para marcarnos el norte de la nación que transformó todo un continente con su ejemplo y que hoy día es un borrego castrado siguiendo el ruido de un badajo que no pertenece al heroico rebaño donde nació.

Es urgente iniciar el camino de la reconciliación, pero debemos emprenderlo reconociendo los múltiples y graves errores que nos han traído hasta este despeñadero. Un primer paso es un verdadero acto de contrición, un arrepentimiento que nos una al compromiso firme de rectificar y construir el necesario camino para un mejor futuro.

Tomado de El pastor y su rebaño; por Leopoldo López Gil [@LeopoldoLopezG]