VenePirámides
Nada como la apacible vista de un lago para bajar los niveles de estrés. Sobre todo si ese lago está ubicado en una de las ciudades más ricas y exclusivas del mundo como lo es Lugano, Suiza. También una copa con los amigos en el exclusivo Hotel Ritz de Madrid ayuda a relajarse, la verdad. Sin embargo, taaanta tranquilidad a veces aburre, sobre todo si se han vivido unos años de intensa actividad y algunos …digamos… sobresaltos…
La verdad es que a «Julito» – como lo llaman los íntimos – y a pesar de tener raíces suizas, le debe estar haciendo falta el calor y la animación del país que le dió todo, su pais de nacimiento…Venezuela. Debe extrañar…no sé… el agite, pues!
¡Y vaya si había tenido agite en los últimos años que vivió alli!
En menos de tres años (2006-2009) habia comprado, vendido, recomprado y tratado de comprar por lo menos cuatro bancos y una compañía de seguros, sin contar con la negociación del edificio más caro de Venezuela, entre otras actividades pseudo-financieras.
«Julito» es miembro de una de las familias caraqueñas de mayor abolengo por vía de la adopción de su padre, Julio José, por sus abuelos adoptivos Don “Pepito” Herrera Uslar y Doña Clementina Velutini en un orfanato en Suiza. La familia, de las aristocráticamente llamadas “Amos del Valle”, se dedicó a la actividad bancaria desde el siglo antepasado (propietarios del Banco Caracas desde 1890 hasta su compra por José María Nogueroles en 2004). Julio Herrera Kolster (a.k.a. Julio Herrera-Velutini), mejor conocido como «Julito», quien fue hijo de Julio José Herrera Velutini y Gilda Kolster de Martínez, comenzó su carrera en el sector financiero como socio de Bolívar Banco, empresa familiar, vendida luego a Eligio Cedeño en 2004.
En 2006 se asocia con su primo y mentor Bernardo Velutini Octavio en el Banco de Desarrollo del Micro-Empresario, aprovechando la línea del gobierno de facilitar el acceso a servicios financieros a las comunidades populares, empresas familiares, personas naturales autoempleadas o desempleadas y asociaciones comunitarias. Sin embargo, poco duraría la orientación social de la institución, mero parapeto para obtener una licencia. Como es sabido, los bancos de desarrollo eran fáciles de fundar en ese momento, estaban libres de regulaciones de tasas, podían cobrar los intereses y las comisiones que quisieran y además, disfrutaban de la simpatía oficial, por aquello de que atendían a los sectores menos favorecidos.
Los Velutini le suben el capital al banco a Bs. 30.000 millones, que es un capital mayor a lo que se le exige a un banco comercial y casi el de un Banco Universal. Para agosto de 2007, ese banco que se supone de Desarrollo, tenía el 53% de sus activos en inversiones en títulos valores, de los cuales el 55% eran títulos privados y 45% públicos. El 18% de sus activos estaban en disponibilidades y solamente el 22% en créditos. Sus captaciones llegaron a Bs. 198.502 millones, de las cuales el 94% estaban en depósitos a plazo fijo por Bs. 187.028.
Quedaba claro que no se trataba de un banco para Micro-Empresarios, sino de un banco de inversiones.
Pero lo peor no era eso: el 72% de los depósitos venían de entidades oficiales, es decir, del gobierno, que colocados a plazos fijos generaban interesantes comisiones para los funcionarios públicos responsables de dichas colocaciones.
En Julio de 2008, «Julito» comienza a quitarse la provisional careta socialista que portaba, se olvida de la base de la pirámide – es decir, de los pobres -y transforma el Banco de Desarrollo del Micro-Empresario en el nada plebeyo Banco Real, bautizándolo con un nombre que alimenta sus ínfulas de grandeza y abolengo.
Dos meses después compra el Helm Bank a través del Banco Real. El colombiano Banco de Crédito vendió todas las acciones de Helm Bank que poseía -equivalentes a una participación de 51,3%- al grupo del Banco Real.
Julio Herrera solicita entonces la respectiva autorización a la Sudeban, la cual le sería negada en Diciembre de 2009. Al momento de la compra, el Helm Bank era considerado en el sector financiero una verdadera tacita de plata.
Pero pronto dejaría de serlo.
De cómo comprar un banco sin sacar un bolívar del bolsillo
Para Julio Herrera (como para el resto de los seudo banqueros de este oscuro episodio de la historia financiera nacional), los bancos eran tan sólo plataformas para montar entramados fraudulentos a fin de obtener ganancias con el diferencial cambiario, por medio de la compra de papeles y notas estructuradas, utilizando para ello el dinero proveniente de los depósitos oficiales, sin poner ni medio del capital propio.
Dichos dineros públicos eran captados en complicidad con funcionarios corruptos, como por ejemplo Alejandro Andrade, Tesorero de la Nación, entre otros.
Sin sacar un bolívar de su bolsillo, Julio Herrera negociaba la compra de bancos, tomaba posesión de su administración aún en el periodo de espera de la aprobación de la negociación por parte de la SUDEBAN y luego concretaba el pago con los propios depósitos de esas entidades financieras, que extraía a través de auto préstamos otorgados a empresas de papel a nombre de terceros.
Y eso fue, precisamente, lo que hizo en el Helm Bank. Entre otras cosas, creó una cuenta numerada, anónima – lo cual constituye otra ilegalidad- desde donde se efectuaban movimientos irregulares bajo sus órdenes directas, con la complicidad de empleados de su entera confianza como Isaac Serfaty, Pilar Esposito, la consultora jurídica del banco Thais López, Deyanira Ochoa vicepresidenta de Tesorería y Albert Schumacher, presidente ejecutivo del banco.
Un ejemplo claro de esta práctica delictiva fue lo ocurrido el 19 diciembre de 2008, apenas dos meses después de haber tomado el control administrativo del banco, aún sin la aprobación de la SUDEBAN.
Ese día, un diligente empleado de Helm Bank, acostumbrado a otro tipo de gerencia, reportó lo que consideró una situación sospechosa: Se habían realizado cinco desembolsos por Bsf 4.000.000,00 cada uno, a cinco empresas constituidas el mismo día (20/11/2008), con los mismos montos de apertura (Bs. 10.000,00), registradas por el mismo abogado y con el mismo objeto (compra y venta de bienes muebles inmuebles, títulos valores, acciones; compra y venta al mayor de mercancía de construcción). Los directores de tres de ellas tenían apellidos similares y los otros dos, la misma dirección fiscal.
Empresas:
Inversiones Invergroup 2000, CA
Director Ejecutivo Rafael Daniel Cadenas González CI V- 14.090.655
Domicilio fiscal: Calle Norte Casa No. 4106 piso 1 Urb Las Minas de Baruta
Inversora Macroplus 2000
Director Ejecutivo: William Alberto Gómez Blanco CI 12.668.068
Domicilio Fiscal Calle principal Bloque 50-1 piso 3 apt. 03 Urb. Manuel González Carvajal
Inmobiliaria 401 CA
Director Ejecutivo Wilfredo Gómez Blanco CI 17.530.565
Dirección Fiscal Av. Fuerzas Armadas edif. Kiripital piso 3 apt 31 Urb. Catedral
Administradora Global House GH
Dirección Ejecutiva Alicia Margarita Blanco de Gómez CI 3.666.075
Dirección Fiscal: AV fuerzas Armadas edif Kiripital piso 3 apt 31 Urb. Catedral
Inmobiliaria Inmoservicios del Este CA
Director Ejecutivo Elizabel Pérez Vega CI 15.184.077
Dirección Fiscal Av. principal de Ruiz Pineda entre Biblioteca y Av. Intercomunal Bloque 10 escalera 02 piso 09
Obviamente, se trataba de empresas de papel. En total, solo en ese día, en esas cinco chapuceras operaciones y sin guardar el màs mìnimo recato, Julio Herrera se “auto prestó” Bsf. 20.000.000.00.
Esta operación era tan solo una nimiedad, comparada con las transacciones que acostumbraba hacer Herrera.
Al igual que Gonzalo Tirado, César Camejo, Pedro Torres Ciliberto y Arné Chacón, entre otros seudobanqueros, Julio Herrera sacó millones de dólares hacia paraísos fiscales a través de un fideicomiso creado conjuntamente con Seguros Banvalor, propiedad de los hermanos Leopoldo y Gabriel Castillo Bozo (prófugos) y de varias casas de Bolsa.
El modus operandi era más o menos éste:
A través de las entidades financieras a su cargo, Julio Herrera captaba el dinero en bolívares de colocaciones oficiales (léase: el dinero de todos los venezolanos), gracias a funcionarios corruptos como Alejandro Andrade (ex tesorero de la nación) y Pedro Carreño (actual diputado y presidente de la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional), entre otros.
Con esos bolívares, abría fideicomisos en Banvalor. De esos fideicomisos salían créditos a un listado de empresas relacionadas con él mismo. Posteriormente liquidaba esos auto préstamos por medio de instrumentos financieros de la casas de Bolsa vinculadas, para convertirlos en dólares (compra de bonos Pdvsa, papeles de la nación, etc) y transferirlos a Davos International Bank en Miami (actualmente bajo investigación de las autoridades de EEUU por su relación con el caso de Francisco Illaramendi y los fondos de Pdvsa), operador que “lavaba” los capitales a través de bancos en paraísos fiscales y en Suiza.
Pero tanto Herrera, como los otros seudo banqueros de este cuasi cártel no se conformaban solamente con robar los presupuestos públicos, también hacían otro tipo de operaciones.
En abril de 2009, Julio Herrera vende el Banco Real, el Helm Bank y un edificio en la avenida Venezuela de El Rosal, a Pedro Torres Ciliberto y Arné Chacón, propietarios de Baninvest. Sin embargo, el proyecto de fusión de ambos bancos todavía estaba a la espera de la aprobación de la Superintendencia de Bancos, solicitada desde 2008.
El edificio de El Rosal (que algunos ya llamaban Torre BANORTE) que Julio Herrera le vendió a Pedro Torres es, con seguridad, el edifico más caro del país. En tan solo tres meses, su precio pasó de 8 a 53 millones de dólares, por arte y magia de los milagros financieros de Carlos Gill, José Zambrano, Julio Herrera, Pedro Torres y Arné Chacón.
Los hechos transcurrieron así:
Cuando Carlos Gill le vende BANORTE a José Zambrano y una vez cerrada la negociación, Gill establece que el edificio de El Rosal – que aún estaba en construcción pero que ya se identificaba como la Torre BANORTE- no era propiedad del banco sino del propio Gill, procediendo a vendérselo a Zambrano por 24 millones de dólares, quien los paga con los dineros de BANORTE. Luego, Zambrano se lo vende a Julio Herrera en 32 millones de dólares, más el avión particular de Herrera como parte de pago. Ese dinero no entró nunca a BANORTE. Zambrano se quedó con él. Posteriormente, Herrera le vende el edificio a Pedro Torres por 53 millones de dólares y éste a su vez lo paga con los depósitos del Banco Real, cuyo presidente era Arné Chacón.
Todo un entramado para justificar la extracción, o para decirlo sin eufemismos, el robo del dinero perteneciente a los bancos involucrados.
Actualmente, el edificio más caro de Venezuela, emblema de los trucos y estafas de un grupo de seudo banqueros socios y cómplices, se ha convertido, irónicamente, en la sede de la Policía Nacional Bolivariana, aunque aún no ha sido ocupado, aparentemente por falta de recursos.
Pero sigamos con el shopping financiero de Julio Herrera:
Un mes despuès de haberlo vendido a Pedro Torres, Julio Herrera trata de comprar de vuelta (de re-comprar, pues) el Helm Bank a travès de una empresa de su propiedad registrada en España. Algo, francamente extraño, por decir lo menos.
De esta manera, en mayo de 2009, notificado a Sudeban en agosto, el Fondo Financiero Continental (antes BanReal Servicios Financieros) compró al Banco Real, los derechos para adquirir las acciones de Helm Bank de Venezuela. En la negociación – versión de Herrera – se pagó un precio de más de $40 millones por la adquisición y, supuestamente se aportaron otros $60 millones en una capitalización del banco adquirido.
Sin embargo, casi siete meses después del contrato, Sudeban decidió negar a Fondo Financiero Continental la autorización que había solicitado y anuló la validez del contrato que dicha empresa había suscrito con Banco Real, que en ese momento, ya se encontraba intervenido y en proceso de liquidación. Como consecuencia de ello, Sudeban declaró que el propietario de las acciones de Helm Bank era el Banco Real (Fogade) y no el Fondo Financiero Continental, designando a Huáscar Castillo Romero como su presidente el 15 de Abril de 2010, en sustitución de Albert Detlev Schumacher Zibeil, ficha de Julio Herrera.
Pero había un pez más gordo.
Por esas mismas fechas, Julio Herrera estaba ya en negociaciones con José María Nogueroles para adquirir el Banco Nacional de Crédito BNC, al que había entregado una carta del JP Morgan soportando $150 millones. Mientras el veterano banquero se decidía, «Julito» hacía las operaciones con Pedro Torres Ciliberto y también firmaba una carta de intención por Proseguros. Todas estas operaciones tenían como fin último crear una nueva institución financiera: el Banco Continental.
Para conseguir el aval de JPMorgan, Herrera contó con el apoyo irrestricto de su familia (la tía Belen Clarisa Velutini Pérez-Matos, Bernardo Velutini Octavio y Luis Emilio Velutini Urbina) y de su socio-testaferro José Zambrano, quien le acaba de comprar BANORTE a Carlos Gill. Se habló en su momento de unos inversionistas españoles, versión que nunca se pudo confirmar.
En el ínterin, también montó Banvelca International Bank en Puerto Rico y Miami (Banvelca toma el nombre del holding donde su tía Becla es la mayor accionista) e hizo gestiones ante las autoridades españolas, aparentemente con la idea de abrir un banco en ese país.
Todo parecía ir sobre ruedas…hasta que… el viernes 20 de noviembre de 2009 el ministro de Economía y Finanzas, Alí Rodriguez Araque, acompañado del superintendente de Bancos y otras instituciones financieras SUDEBAN Edgar Hernández Behrens y el presidente del Consejo Bancario Nacional Víctor Gill – hermano de Carlos Gill – anuncian la intervención de cuatro bancos a puertas abiertas: Bolívar Banco, Confederado, Provivienda (Banpro) y Canarias, todas pertenecientes al hasta ahora empresario del sector alimentario, Ricardo Fernández Barrueco. Se les acusa de no poder justificar el origen de los fondos y de incumplimiento de algunas carteras.
Dos semanas después, Alí Rodríguez Araque anuncia la intervención a puerta cerrada de Banco Real, Baninvest y Central Banco. Los motivos oficiales: “Una brecha negativa entre los activos liquidables y pagos exigibles, evidenciado por el hecho de no disponer de activos fácilmente liquidables para cubrir en el corto plazo sus obligaciones”. Al frente del equipo interventor del Banco Real quedó Mireya Josefina Pantoja Altuve.
El 11 de diciembre, Julio Herrera es citado por la Fiscalía, ante la cual nunca se presentó, huyendo del país.
Es incluído en la lista de Alerta Roja de Interpol, para desaparecer de la misma en 2011 por decisión del director Ronald Noble, que asesorado por un bufete de Lyon – sede central de Interpol – extrañamente excluyó y bloqueó (no pueden ser incluidas bajo ninguna circunstancia) a un grupo de seudo banqueros requeridos por el Ministerio Público venezolano. Al parecer, a Noble lo convencieron de que los motivos que impulsaban a la Fiscalía eran más de origen político que legal. Extraña esta decisión del cuerpo policial internacional…no queremos creer en los comentarios que suscitaron estas inexplicables decisiones… En todas partes cuecen habas, como reza el dicho español. Al parecer, algunas decisiones de Interpol estarían tarifadas y se realizarían con motivación crematística.
En abril de 2010, siendo prófugo de la justicia venezolana, Julio Herrera apeló de la decisión en torno al Helm Bank y reclamó al Estado venezolano el reconocimiento de los derechos que, en su opinión, tenía sobre el 100% de las acciones del banco o, en su defecto, el reembolso del dinero que pagó para su adquisición y operación.
Increíblemente, y tal como denunciamos en WAC hace un par de meses, David Alastre, Presidente de FOGADE, violando los artículos 19 y 20 de la Ley de Bancos, le “devolvió” los 40 millones de dólares a la empresa española de Julio Herrera, Fondo Financiero Continental, a pesar de que éste ya se encontraba investigado y solicitado por la Fiscalía General de la República. Toda la negociación se realizó a través de los abogados de Julio Herrera sin que éste pusiera un pie en Venezuela, donde aún lo esperan para que rinda cuentas ante el Ministerio Público por los daños causados a las finanzas de la nación.
Se dice que Julio Herrera ya no frecuenta tanto el devaluado continente europeo y pasa mas tiempo entre NYC, Miami y Puerto Rico, donde montó el año pasado un nuevo tinglado financiero: Bancrédito.
Además, ya sea en Puerto Rico o en Miami -donde pasa más tiempo – se encuentra cerca de Venezuela que, con toda seguridad, sigue siendo la fuente principal de sus ingresos.
Tanto él, como sus compinches seudobanqueros, casi todos refugiados en Miami – podríamos llamarlos el Cártel de la Florida – y solicitando asilo político, siguen realizando operaciones ilegales en Venezuela – a control remoto – a través de familiares, abogados, operadores y funcionarios corruptos del gobierno, con los que todavía mantienen contacto …por ahora.
Todo ello, sin olvidarse de borrar de su curriculum actual, cualquier referencia a las instituciones financieras que quebró.
Aficionado como es al submarinismo, seguro que Julio Herrera disfruta más de las cálidas aguas del Caribe, menos frías que las europeas..más transparentes…con más peces –más gordos– en fin, que se siente mejor escondiéndose en la profundidades del mar, que dando la cara por sus fechorías en su país natal, el país que le dió todo, a él y a su familia.
Se estima que de Helm Bank y del Banco Real se esfumaron USD 600 millones en créditos fantasmas…(Fuente: Wikianticorrupción.org)
Tomado de un boliburgués de alcurnia por adopción