una entelequia producto de las mentes torcidas de Jorge Giordani y Tomás Sánchez

VenePirámides

A finales de 2011, el Superintendente Nacional de Valores, Tomás Sánchez, aseguró que la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria se convertiría ­en el corto plazo­ en el lugar idóneo para que los inversionistas accederían a las divisas a un tipo de cambio inferior al de las subastas de papeles que se hacen a través del Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera en el Banco Central de Venezuela.

La emisión del Bono Internacional Soberano 2036 pareció ser el globo de ensayo vigilado por el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani. Los resultados con el manejo de la operación no fluyeron de la manera esperada y se tomó la decisión de que sería la última transacción de esa naturaleza, al menos por un tiempo.

Fue así como a partir de enero de 2012 la discusión sobre el manejo del mercado cambiario no se volvió a tocar en el gabinete económico y las funciones de Cadivi y del BCV quedaron fortalecidas ante lo que fue la amenaza de imponer un corro estatal concebido por Tomás Sánchez y vendido a su protector: Giordani.

La idea de controlar los precios de las transacciones que se hicieran y sustituir a la larga el Sitme se vino abajo, y con esto el deseo de crear un mercado socialista de valores. 

«Sencillamente ellos no pueden comenzar porque no tienen una identidad. No saben quiénes son. Una cosa es ser una casa de bolsa y otra una bolsa de valores trabajando con el formato de una casa de bolsa. El contrato que te dan para abrir una cuenta es el mismo que se utilizaba cuando existía el mercado bursátil», aseguró una fuente que optó por el anonimato.

En busca de una misión Una vez desaparecidas las casas de bolsa y ante la promulgación de la Ley contra Ilícitos Cambiaros, hasta Pdvsa quedó de brazos cruzados por no poder intervenir en el mercado de permuta para cambiar dólares a bolívares. «Es verdad había grandes operaciones en ese mercado a través de las casas de bolsa ante la negativa de Cadivi de abastecer las empresas de suficientes dólares o por la imposibilidad de poder exportar capitales vía Cadivi y preferían operar en el paralelo, pero Pdvsa era uno de los grandes operadores en ese mercado y al final pagaron las casas de bolsa», señaló la fuente. 

Una vez eliminado el permuta, el exceso de liquidez monetaria ­cantidad de billetes y monedas en circulación más depósitos bancarios- se hizo evidente.

Las empresas privadas elaboraron un esquema de titularización de papeles que podían ser transados en el corro estatal.

«Se transan bonos de la deuda pública en bolívares, pero básicamente para las cajas de ahorro. Además, cuando una empresa desea hacer una emisión de bonos y se acerca a la Superintendencia Nacional de Valores para solicitar el permiso, te sugieren inmediatamente que lo hagas por la bolsa pública, no te permiten otra opción», afirma una fuente cercana al Ministerio de Planificación y Finanzas.

Desde que abrió sus puertas, la bolsa pública apenas ha emitido papeles de Provencesa, el Fondo de Valores Inmobiliarios, Toyota y Envases Venezolanos, y no hay mercado secundario alguno.

Sin embargo, todo el protocolo de la operación no se ha hecho dentro de las oficinas de la institución, sino en entidades bancarias privadas. En el caso del Petrorinoco, será la primera transacción que estará bajo la responsabilidad plena de la bolsa pública sin intervención de otro ente estatal, según reportó el diario El Nacional.

Tomado de una entelequia producto de las mentes torcidas de Jorge Giordani y Tomás Sánchez