En la «conducta criminal» de algunos editores venezolanos, encontramos interesantes coincidencias. Es el caso, por ejemplo, de un obeso y deteriorado pseudoperiodista, quien se autoerigió como guardián de la llamada revolución chavista y todas las semanas pretende dictar cátedra de moral y buenas costumbres.
Sorpresivamente, nuestro estudio logró establecer coincidencias entre tres «editores» de semanarios en Venezuela, que se han visto envueltos en escándalos por abusos sexuales contra menores de edad.
En los tres casos, ninguno concluyó estudios de periodismo. El primero llegó a ser un referente importante, y lo sigue siendo, del periodismo de investigación en Venezuela.
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El error de quien llegó a resultar electo como diputado radical fue enfrentarse a un poderoso magnate de “la revolución” – hoy prófugo de la justicia venezolana – quien gastó inmensas cantidades de dinero para investigar su oscuro pasado, descubriendo prácticamente una adicción en relaciones sentimentales y sexuales extramaritales con menorcitas de edad. Actualmente, ese mismo caballero convive con una de sus víctimas en un país centroamericano.
Por esas ironías de la vida, el protagonista de nuestro estudio fue durante mucho tiempo patrocinado por el magnate que hurgó en lo más profundo del editor oriundo de Upata.
En data un poco más reciente, nos encontramos con otro caso, igualmente bochornoso, que involucra a otro autodenominado periodista y editor, en un escándalo por abuso sexual, en contra de una menor de edad, lo que lo llevó a ir a parar a las mazmorras de la dirección de contra inteligencia militar y a tenerle que ceder el control de su semanario al hoy reo Hugo ‘El Pollo’ Carvajal.
Pero mayor sorpresa para nosotros, fue cuando descubrimos que el mentado fablistán protagonizó también un oscuro incidente por repetidos abusos sexuales en contra de una menor de edad, en La Guaira, Venezuela
Y como no hay crimen perfecto, siempre queda alguna evidencia, prueba o testimonio, que en este caso logramos encontrar.
Pareciera que una condición sine qua non para ser editor de ese tipo de publicaciones impresas en Venezuela, es haber abusado sexualmente de menores de edad, rendir culto a la conducta de connotados criminales desaparecidos y/o presentarse como candidato o dirigente político para, mesiánicamente, «salvar» a la patria que los vio nacer.
No deja de sorprendernos este exalumno del liceo Andrés Bello y quien, por alguna razón, tampoco concluyó estudios superiores en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
También nos enteramos una vez más que su vida íntima está marcada por desamores, traiciones, infidelidades, tríos, poliamor y – además de violencia sexual contra menores de edad -, amantes masculinos.
Quien lo ve como un apóstol, los domingos desgarrándose las vestiduras a través de su programa de televisión que retransmite en YouTube, no podría creer que se trata de la misma persona.
No sabemos si su apariencia de sapo lo ha llevado a tal o a tales complejos personales, que para sentirse amado, ha incurrido en una serie de barbaridades. Como ya lo venimos diciendo, es lo que pasa con directores y editores de semanarios en Venezuela y también sucede con algunos «youtubers».
Porque resulta que el cronista, amante de las novelas de Mario Puzo y convertido el inquisidor de María Corina Machado, también coincide en su oscura y doble vida con otro Youtuber venezolano, quien ahora se dedica exclusivamente a la defensa de ‘Maricori’.
Ironías de la vida que oscuros seres que se encuentran en polos opuestos coincidan en que en su vida íntima son travestis, mitómanos y misóginos.
De hecho, nos parece que, en el fondo, entre el tal Wender Enrique y el sapo, lo que hay es una atracción mutua irresoluta.
Un deseo sexual que no han podido saciar, y es que la izquierda venezolana y estas recientes revoluciones o movimientos revolucionarios están repletas de «maricos de clóset», y tan consciente está el régimen en Venezuela de dicha situación que va a aprovechar para lanzar a la presidencia de la República como adversario a otro «marico de clóset» y millonario, cuya familia ha logrado «amasar» una importante fortuna, vendiendo una receta de la arepa venezolana, que de seguro, hoy en nada se parece a la de las verdaderas arepas que se preparaban en Venezuela en los albores del siglo pasado.
Paula Paredes
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