En busca de la reelección, el presidente apunta a la empatía ciudadana y extrema el contraste con Trump. El médico estadista vuelve a la campaña.
Ha transcurrido menos de un mes desde que el presidente Joe Biden confirmó su candidatura a la reelección. En su anuncio oficial Biden argumentó que necesitaba «más tiempo para terminar el trabajo» de ganar la ´batalla por el alma´ de una nación dividida. Curiosamente, Biden fue enfático sobre el tema del tiempo. El Presidente insistió en que el impacto de las luchas de hoy serían vistos más adelante. «La pregunta a la que nos enfrentamos es si en los próximos años tendremos más libertad o menos libertad – más derechos o menos», dijo Biden para subrayar la importancia de los temas que, según él, van a estar en juego en las elecciones presidenciales de 2024.
Biden está en la fase preliminar de su campaña, queda mucho por venir en el ciclo presidencial de 2024 y la dinámica de la elección puede cambiar. Pero, dada la manera en que Biden hizo su campaña en 2020, asumiendo la identidad del healer-in-chief (médico estadista) durante la pandemia, es lógico pensar que la idea de pedir más tiempo para terminar el trabajo es un mensaje enviado con un propósito.
Por un lado, la idea de pedir más tiempo, es, en sí mismo, una admisión de que los resultados no han sido suficientes. Adicional a esto, para Biden -un presidente con 80 años, que ha estado en la política nacional como senador por 46 años (1973-2009) y como vicepresidente por 8 años (2009-2016), y que tiene bajos niveles de popularidad como presidente- colocar el tema del tiempo en la palestra pública es de por sí, un tema sensible.
Por un lado, la idea de pedir más tiempo, es, en sí mismo, una admisión de que los resultados no han sido suficientes.
¿Por qué Biden haría énfasis en un tema tan delicado y qué, además, podría ser contraproducente para su candidatura? Si analizamos los posibles beneficios de esta estrategia, podemos dar unas respuestas a estas preguntas.
Por otro lado, el acto de hacer la confesión de que los resultados de su desempeño no son adecuados puede ayudar al Presidente a fortalecer su imagen como un político humilde y honesto. En el mismo sentido, la admisión de Biden de que el esfuerzo invertido no ha dado resultados satisfactorios puede ayudar a humanizar a la figura del Presidente y así generar empatía con su figura.
Para Biden el proceso de generar empatía tiene un objetivo secundario: el de inspirar acción por parte de la ciudadanía. El mecanismo que conecta la empatía, el presidente y la acción colectiva por parte de la ciudadanía es la idea de todos colaborar por un bien mayor, es decir, una causa tan grande que requiera un proceso de trabajo compartido entre muchas personas de diferentes ámbitos. En otras palabras, la imagen de un presidente humano que no ha podido con todo puede ser útil no solamente porque despierta la idea de que hay más por hacer sino que también invita a la ciudadanía a reflexionar sobre la posibilidad de que él y su equipo de gobierno necesiten la ayuda de la gente para lograr nuevos éxitos: un gobierno que logra objetivos en colaboración.
Por otro lado, la admisión de Biden de que el esfuerzo invertido no ha dado resultados satisfactorios puede ayudar a humanizar a la figura del Presidente y así generar empatía con su figura.
Para el equipo de Biden, hay dos bienes mayores muy visibles – el futuro del sistema democrático en los Estados Unidos y el futuro de la democracia como tal. Por esto Biden dijo en su anuncio que «no podemos ser complacientes», en clara referencia al asalto al Capitolio que ocurrió el 6 de enero de 2021 y la agenda ultraconservadora de la facción MAGA dentro del partido republicano.
Más allá de la identidad del candidato, la estrategia de crear la imagen de un presidente Biden compasivo está basada en dos premisas concretas. Estas dos premisas claves tienen que ver con una apuesta sobre cómo el juego electoral va a evolucionar durante el inminente ciclo electoral.
La primera premisa es que el estilo de liderazgo de Biden como un presidente compasivo genera incentivos para movilizar a los votantes del partido demócrata. Aunque es difícil medir cómo la dimensión de empatía pueda generar simpatía hacia un político, la información que tenemos sugiere que sí, efectivamente, los militantes del partido demócrata están buscando un líder compasivo e inclusivo quien se muestra humilde y dispuesto a trabajar con la ciudadanía, independientemente de su afiliación partidista.
Hay militantes del partido demócrata que quieren ver a un Biden que lucha más a favor de los principios de la social democracia y que muestra, con más frecuencia, su lado más combativo cuando está enfrentado con el partido republicano en una disputa sobre temas tan polémicos como el presupuesto federal y el techo de la deuda. Sin embargo, estos militantes, los social liberals que siguen al ala de la izquierda del partido demócrata, no tienen muchas alternativas en vez de Biden.
Robert Kennedy Jr., el hijo del ex Fiscal General y candidato presidencial Robert Kennedy, dice que va a desafiar a Biden en las primarias. Y el senador Joe Manchin, un centrista del estado West Virginia, está coqueteando con la idea de anunciar una campaña presidencial. Pero es poco probable que uno de estos dos candidatos logre convertirse en una amenaza real para Biden.
La segunda premisa detrás de la estrategia de un Biden compasivo tiene que ver con el plan de marcar un contraste con el estilo de su posible adversario en la elección general y así generar oportunidades de conseguir el apoyo de los votantes independientes en los estados claves. En este momento, el ex-presidente Donald Trump es el favorito para ganar la primaria del partido republicano. Claramente, Trump no va a cambiar su estilo de liderazgo de un magnate-caudillo, ni dejar de mostrar narcisismo, una identidad que marca un contraste fuerte con la identidad de un líder compasivo.
Incluso, en un escenario donde el gobernador Ron DeSantis, un político menos egocéntrico que Trump, llegase a ganar la primaria republicana, el contraste entre DeSantis -el gobernador que peleó con la compañía Disney- y Biden -el presidente quien venció a Trump en 2020 y luego tuvo que negociar temas complicados con los líderes republicanos tanto en el Senado como en la cámara de diputados- va a ser muy evidente.
La estrategia de un Biden compasivo también apunta a marcar un contraste con el estilo de su posible adversario en la elección general y así generar oportunidades de ganar el apoyo de los votantes independientes en los estados claves.
Biden sabe que, a pesar de su baja popularidad y la incertidumbre sobre la recuperación económica, el contexto post-Trump sigue generando condiciones que deberían ayudarle a ser reelegido. Primero, después de que Trump llegó a la Casa Blanca, más miembros de la generación jóven han estado participando en las últimas elecciones, demostrando su preferencia por los candidatos demócratas. Segundo, aunque una parte importante del partido demócrata está frustrado con la decisión de Biden de buscar la reelección, no están tan decepcionados como para dejar de apoyar su reelección. Tercera, la presidencia de Trump, y las disputas legales que hablan del comportamiento de Trump como persona, intensificaron la tendencia del fenómeno de negative partisanship (apoyo hacia un partido basado en el rechazo hacia el otro partido). Así se abrió la posibilidad de despersonalizar el voto presidencial hacia Biden basado en la lógica de que un voto por Biden logrará el objetivo de que Trump ¨no volverá.¨
En este sentido, para Biden el riesgo de hablar de la urgencia de actuar porque el país está en una coyuntura crítica, en vez de hablar de su logros personales, pareciera ser bajo. Quizás Biden enmarcó su campaña bajo la idea de pedir más tiempo para terminar la obra porque su apuesta es que, a pesar de su victoria en la elección de 2020 y los dos años de gestión, Trump y el trumpismo siguen generando traumas que un líder compasivo puede solventar. El médico estadista siempre tendrá trabajo siempre y cuando haya un «trauma que arreglar».
Tomado de EN DETALLE: Leopoldo López pide a España no estabilizar relaciones con gobierno de Maduro