Así la diseñadora colombiana Blanca Arroyo se enredó con la venezolana Johana Torres y la corrupción de PDVSA

La reconocida diseñadora Blanca Arroyo dice que tener oro en Dubái es como tener un florero en la casa y que es más barato vivir en esa ciudad de los Emiratos Árabes que en Cartagena. La colombiana ha hecho todo tipo de comentarios en medios de comunicación y en redes sociales para restarle importancia al video en el que aparece con Johana Torres, envuelta en el escándalo de corrupción de PDVSA, bailando al ritmo de la canción “Dinero” de Jennifer López.

Lo que más llama la atención no es el gesto de contar billetes que hacen con la mano ni la cercanía que parecen tener, sino los lingotes de oro y los fajos de dólares que aparecen en las imágenes. En cuanto estalló el escándalo de la petrolera, la diseñadora salió en medios a desmentir las acusaciones y críticas por su aparente amistad con Torres, la primera mujer capturada en el caso.

Describió los lujos de Dubái: el show permanente, el afán de mostrar, los inodoros con oro, los leones en las casas y los Ferrari y Lamborghini prestando servicio de Uber. Todo esto para argumentar que en el video no hay ningún exceso porque allá eso es “normal”. Pero luego dijo que, de todas formas, los lingotes de oro son “una obra de arte en resina”. Cuando se le cuestiona cómo puede estar segura, responde que tendría que ir a “darle martillazos” para confirmar si son o no reales, reseñó La Gran Aldea.

Todavía no es claro qué tipo de arte aprecia Arroyo, lo cierto es que, aunque las imágenes dan cuenta de una relación cercana, la diseñadora se mantiene en que Torres es solo una clienta que deseaba un vestido, pero que al final ni siquiera se lo pudo vender porque “la cogieron presa”.

La colombiana sostiene que se conocieron el 8 de septiembre de 2022 en un restaurante llamado Sushi Samba. Le llamó la atención lo bien vestida que estaba y se dio cuenta de que tenían un gusto en común: la moda. Una pasión que, probablemente, han costeado los venezolanos. Torres quería un vestido brillante con transparencia y plumas que, según dice Arroyo, iba a usar en un cóctel de negocios, un tema relacionado con sus restaurantes, según recuerda, en la feria de alimentos más grande del mundo que se celebra en Dubái.

Aunque el trato del vestido no se cerró, la diseñadora estima que el costo de la prenda era de cerca de 1.500 dólares, un precio relativamente bajo para sus creaciones, “porque no era algo extravagante”. En febrero, cuando grabaron el polémico video, Arroyo, justamente, fue a tomarle las medidas. Aunque los abrazos y el baile con esta mujer que, según ella, “solo era una cliente”, hacen pensar que se conocían bien, la colombiana asegura que le gusta integrarse y bailar porque es “costeña”.

No sabe de quién era esa casa y tampoco preguntó porque, como dijo en redes sociales, su trabajo es “vestir a las mujeres, no andar chismoseando de dónde sacan la plata”. Asegura que tampoco tenía conocimiento de sus nexos con PDVSA porque aunque en Dubái “todo el mundo se conoce” no tenía mayores detalles de su vida personal, y de su entorno solo conocía al esposo, “un señor muy elegante, como todos los venezolanos con clase”.

Además, publicó una foto con Torres en la que asegura que no tenía motivos para dudar de ella porque parece una empresaria, una mujer con clase (así como su esposo). En medios agregó que era difícil imaginar que “estaba metida en semejante lío”, pues incluso la dejó grabar los videos sin problema como si no tuviera nada que esconder.

Si la diseñadora habla bien de Johana Torres, de sí misma habla todavía mejor. Se define como una mujer talentosa y perseverante. Cuenta que donó el 80% de su dinero para las personas necesitadas en Cartagena en medio de la pandemia y que volvió a salir adelante con trabajo duro. Esa decisión también la impulsó a llevar la alta costura “con brillos, lentejuelas y plumas” a Medio Oriente. Tanto así que ahora vive seis meses en Colombia y los seis restantes en Dubái, Catar y Arabia Saudita, donde busca comercializar sus prendas y las maletas que hace en su país natal con madres cabeza de hogar. Lo mismo, asegura, ha hecho en Miami y Panamá.

Torres, oriunda de Acarigua, es conocida como “La reina de las frutas” porque en 2021 apareció en una valla publicitaria en Caracas vestida de amarillo, con corona y rodeada de frutas para promocionar su negocio de venta al por mayor de estos alimentos. Al parecer, el apodo no solo concuerda con la publicidad, pues Torres pasó de tener un modesto negocio a participar en el Programa de Alimentación Escolar y en la red gubernamental de distribución de alimentos a bajo costo Mercal.

Las recientes investigaciones señalan que vender frutas no sería la vocación de Torres, tampoco el origen de las mansiones en Venezuela y Estados Unidos ni de los aviones, yates, camionetas, motos y restaurantes. De acuerdo con el Ministerio Público, la modelo y su pareja, Valmore Guevara, -al que Arroyo describe como un “señor muy elegante”, también preso por legitimación de capitales- se hicieron de estos bienes con negocios ilícitos y empresas de maletín.

De hecho, dentro del proceso se les ordenó cerrar el restaurante Patio VIP, en Caracas. Como reportó El Pitazo, Marianyelis Hernández, empleada doméstica de Torres, confesó que “La reina de las frutas” la obligó a firmar un documento para aparecer como dueña del restaurante. La empresa en realidad sería una fachada para ocultar el patrimonio producto de la mafia petrolera que dirigía Pedro León, exdirector de la Faja Petrolífera del Orinoco. El Ministerio Público acusa a la pareja de liderar esa banda que recibió contratos de la petrolera bajo la excusa de comercializar alimentos.

El otro apodo de la ‘cliente distinguida’ de Arroyo ahora es “muñeca del petróleo”. En medio del escándalo, el fiscal Tarek William Saab recordó la novela colombiana “Las muñecas de la mafia” para hablar sobre las involucradas en el entramado de corrupción y dijo que “al peor estilo de una red de prostitución” participaron en los hechos de “legitimando capitales y lavando dinero”.

El gobierno de Nicolás Maduro acusa a Torres de conformar una estructura delictiva compuesta por damas de compañía, testaferros, lobistas e intermediarios para hacerse con contratos en PDVSA. Al parecer, no es casualidad que en el fondo del video se escuche a Jennifer López cantando “yo quiero dinero”, puede ser más bien la banda sonora de esta novela.











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Tomado de Así la diseñadora colombiana Blanca Arroyo se enredó con la venezolana Johana Torres y la corrupción de PDVSA