29/04/2013 03:31:03 p.m. | Ileana García Mora.- Analistas esperan que aparición sorpresa del ministro Yván Gil en la Asamblea de Fedeagro sea una señal positiva para todo el sector privado.
Las notas del arpa, cuatro y maraca que daban inicio al brindis de cierre de la Asamblea Anual de Fedeagro casi no dejaban oír los comentarios.
El cantante entonaba una pieza para un público poco interesado en el disfrute de la música.
Agricultores y empresarios agroindustriales andaban a la caza de un mesonero con güisqui para pasar con un trago la sorpresa: en su tercer día como ministro de Agricultura y Tierras, Yván Gil se presentó a la juramentación de la directiva de Fedeagro. Esta es la primera vez que un ministro del área participa en una asamblea, según recuerdan Pedro Rivas y Tony Pestana, presidentes saliente y entrante de ese gremio agrícola, respectivamente.
Para algunos la visita inesperada, que muchos calificaron como «la mejor cosecha de Pedro Rivas frente a Fedeagro», puede ser la oportunidad de que fluyan medidas pendientes hace meses.
Y para otros es más que esto: visto desde una panorámica más amplia, la participación de Gil se percibe como el primer paso que da el Gobierno para concretar el llamado «diálogo» tan promocionado en los discursos de Nicolás Maduro y para destrancar una economía paralizada por falta de divisas, escasez e inflación .
«Ya viste el discurso de Gil, no fue nada light, sino un poco radical«, comentaba un productor en voz alta para hacerse escuchar por encima del joropo de fondo.
Él le decía a otro productor que tuvo que morderse la lengua para no responder el reto que lanzó Gil para que alguien refutara que Venezuela ha crecido en producción de cereales en 14 años, por ejemplo. «Por más que sea, ese no era el momento», decía ese productor.
«Sí, pero nunca te hubieses imaginado a un Juan Carlos Loyo, con pistola al cinto, viniendo a hablar aquí», contestaba el otro agricultor campaneando su trago.
Este último productor le pedía a su amigo que leyera el mensaje entre líneas: que Gil se haya metido en lo que llamaban «la boca del lobo» era la mejor señal de que el Gobierno tomó conciencia de que debe negociar para empujar la producción y mantener los anaqueles abastecidos, en medio de un escenario de alta polarización, inestabilidad política por el escaso margen con el que Maduro fue proclamado presidente y de volatilidad económica.
Autorizado desde arriba
En la Asamblea Anual de Fedeagro, Gil compartió podio con el presidente de Fedecámaras, Jorge Botti, y el de Fedenaga, Manuel Cipriano Heredia, dos gremios que han cuestionado las políticas del Gobierno como intervenciones de tierras o severos controles de los precios de alimentos.
Eso no fue un inconveniente para el ministro. Horas antes de presentarse en el Hotel Jirahara, de Barquisimeto, en Lara, el pasado 24 de abril, Gil fue autorizado para acudir a la reunión por el vicepresidente Jorge Arreaza.
La aparición de Gil fue una buena señal para Aquiles Hopkins, vicepresidente de Fedeagro.
«Fue señal de que están abiertos al diálogo y de que el Ejecutivo está consciente de la necesidad de trabajar en conjunto para poder sacar adelante el país y, en especial, para poder sacar adelante la producción de alimentos, que ha estado mermada en los últimos años. Es palpable que hay un problema de escasez de alimentos en el país y que la escasez trae inflación «, comenta Hopkins.
El analista político Nícmer Evans considera que el principio de intercambiar ideas no significa negociar principios, es decir, que un proyecto socialista se convierta en uno de derecha o viceversa.
Por esto cree que en este escenario de polarización, de resultados electorales estrechos y de dependencia de la renta petrolera, el diálogo entre todos los actores debe servir para aclarar el papel del sector privado, definir en cuáles espacios va a participar y en cuáles no.
«El hecho de que los privados tengan claridad de hasta dónde pueden participar permitirá tener las reglas claras para que haga las inversiones que crea necesarias y sepa hasta dónde se puede mover», indica Evans.
Considera que un proyecto socialista planifica la economía y la participación de los sectores. No excluye al privado. Mas bien, lo incorpora, lo controla, lo planifica, le establece márgenes de ganancia y le da espacios de acción para que forme parte de la producción en un país aún dependiente del petróleo .
«Teniendo esos puntos sobre esas ‘íes’ el sector privado sabrá qué hacer: si se va, si se queda, si invierte o no, pero no estará con la preocupación de que va a ser intervenido o que si el espacio que está ocupando no es el que el Gobierno quiere», indica Evans.
Llegará a otros sectores
La expectativa es que lo que ocurrió en Fedeagro se proyecte hacia otros sectores. El presidente Nicolás Maduro dijo que el próximo 2 de mayo el ministro de Finanzas, Nelson Merentes, se reunirá con empresarios para resolver los retrasos con una inyección especial de divisas.
El pasado miércoles, los representantes de la Cámara Venezolana de la Industria de los Alimentos (Cavidea) aceptaron la propuesta del Ejecutivo de trabajar en conjunto para solucionar las fallas de abastecimiento en el mercado nacional. Su presidente, Pablo Baraybar, propuso que esas mesas técnicas arranquen este 29 de abril.
A Mariana Bacalao, experta en comunicación política, le llaman la atención algunos aspectos de estos intentos de diálogo.
Aunque espera que esta actitud se proyecte hacia otros sectores para resolver la crisis económica, le resulta curioso que mientras el ministro Gil aparecía en la Asamblea de Fedeagro, Maduro interrumpía un pronunciamiento de Henrique Capriles Randonski con una cadena.
Le sorprende que algo que debería ser natural se convierta en un gran evento.
«Hasta ese punto se han deteriorado las relaciones», dice. Pero cree que el llamado al diálogo que representó la asistencia de Gil a la Asamblea debe ir más allá.
«Puede ser un punto de partida, falta que se implementen una serie de políticas y que haya concordancia desde el más alto Gobierno», indica Bacalao.
Evans «no sabe» si está previsto llevar el diálogo hacia todo el sector productivo, pero es lo que él, como analista político, desea que ocurra.
Esto, no solo para que el sector privado sepa su papel, sino para que se revise el rol que tendrá el sector comunal, que no ha crecido «nada» en los últimos años.
Reuniones previstas
El vicepresidente de Fedeagro, Aquiles Hopkins, espera que la intención de llegar a acuerdos sí pueda extenderse a otros sectores productivos. «Este martes (mañana) están previstas reuniones con toda la cadena cerealera y cárnica. Nosotros veríamos como una buena señal que se consideren todos los sectores de la producción primaria y uno de ellos es la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga)», dice Hopkins.
El presidente de Fedenaga aprovechó la Asamblea de Fedeagro para estrechar la mano del nuevo ministro de Agricultura, entregarle una tarjeta y pedirle que se abocara a revisar un brote de fiebre aftosa en el país.
Al cierre de esta nota, Fedenaga no había sido convocada a las reuniones que se darán esta semana en el MAT.
«Si me invitan, me iré en avión», dice Heredia. Tampoco habían sido convocados representantes de Fedecámaras a alguna reunión con el Ejecutivo.
¿El llamado es suficiente?
La señal de diálogo es positiva, pero para reanudar la confianza de proveedores externos, de los cuales depende tanto el sector agrícola como muchos otros, se requiere que esos pronunciamientos se traduzcan en hechos.
«Los proveedores no van a reanudar sus despachos si Cadivi no cumple con su obligación de liquidar las divisas pendientes, que tienen un retraso importante reconocido incluso por Maduro. Ahora, si esto da lugar a un proceso en el que comenzarán a resolverse estas entregas, algunas pendientes desde 2011, sí cambiarán las cosas. Si esto no se convierte en acciones, no existirá una recuperación», dice Hopkins.
No solo se refiere a los compromisos con proveedores extranjeros de insumos, repuestos o máquinas, deudas que en general se calculan en más de $100 millones. También habla de las medidas que viene esperando el sector agrícola nacional desde hace meses como el anuncio de un mecanismo de compensación para los ingresos del productor de girasol, caña, maíz y arroz -vía precios o subsidios-, rubros que ya se cosecharon a precios viejos.
«El Ejecutivo lo sabe, de ahí que Gil dijera que hay que buscar mecanismos para compensar esto», agrega Hopkins.
«Los productores agropecuarios, como todos, comemos, tenemos hijos que van a la escuela, cancelamos deudas en los bancos, no podemos esperar al año que viene», señala.
Otros actores económicos del sector privado también tienen meses a la espera de decisiones económicas para avanzar en la producción como la liquidación de $8.000 a $9.000 millones por parte de Cadivi .
¿Jardín sin flores?
Nícmer Evans coincide en que las buenas intenciones deben traducirse en acciones.
«Un pronunciamiento que no esté acompañado por medidas es como un jardín sin flores, una promesa incumplida y eso no genera confianza», dice.
Sin embargo, también aclara que Venezuela, por primera vez en 14 años, se enfrenta a un nuevo gobierno, al cual hay que darle «100 días de luna de miel» en lo político y económico para que muestre sus capacidades.
Pero Maduro no tiene tiempo. El mandatario es visto como una continuación de Hugo Chávez y debe ser efectivo en resolver problemas como la escasez y la inflación . Esos 100 días serán un reto político, además, por la pérdida de popularidad en contraste con el 7 de octubre y por el fortalecimiento de una oposición concentrada en no reconocer al nuevo Presidente hasta que sean aclaradas las dudas sobre los resultados electorales del 14A.
Por esto, Evans agrega: «Nadie dijo que el matrimonio es fácil, ni que es garantía de que no te monten cachos».
La expectativa
A Gil casi nadie lo esperaba en la Asamblea de Fedeagro. Sin embargo, muchos lo escoltaron a su salida del Hotel Jirahara.
Al bajarse del podio, desde el cual se dirigió al público, el ministro fue recibido con un puñado de peticiones de reuniones, fotos y entrevistas para medios. Ahí lo esperaron productores, ingenieros agrónomos y hasta algún profesor. A todos, conocidos y desconocidos, Gil respondió con gentileza y sonrisas.
Como pudo avanzó hacia la salida del salón en medio de personas que prometían mandarle «un mensajito» y otros que lo persiguieron con muestras de sus productos para que los probara cuando tuviera la oportunidad.
La estampida detrás de Gil y el acercamiento de productores que incluso se han mostrado críticos a decisiones del nuevo ministro fue la respuesta del sector productivo a esa palabra que Gil mencionó al menos 10 veces en su discurso frente a productores y periodistas: el «diálogo» entre privados y Gobierno tiene la mesa servida.