El Gobierno Portugués decidió, sin consultar al Banco Central Europeo (ECB por sus siglas en inglés), trasladar 52 bonos de la entidad al banco malo (Banco Espirito Santo) y no dejarlos como pasivos del Novo Banco, considerado el banco bueno. El Novo Banco tiene ahora que afrontar demandas legales mercantiles impuestas por los tenedores de más de 2 mil millones de dólares en bonos que reclaman a esta entidad que sean ellos los que asuman este pasivo y no el Banco Espirito Santo, en proceso de liquidación.