Maduro acusa a EE.UU. de agresión «Inminente»: ¿Bluff desesperado o marcha hacia el conflicto en el Caribe?

En un movimiento que ha encendido las alarmas en el escenario internacional, el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela ha solicitado formalmente una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, alegando que una agresión militar por parte de Estados Unidos es «inevitable» y podría ocurrir «en un muy corto plazo».

Estados Unidos enfrentando a un eje Rusia-China-Irán a través de proxies. La ONU, con el veto ruso garantizado, será, como se anticipa, un circo diplomático.

Venezuela acude a su aliado principal

La carta de siete páginas, enviada a la presidencia del Consejo —actualmente en manos de Rusia—, acusa a Washington de un «patrón de agresión» que incluye el despliegue de una flota naval en el Caribe y la suspensión total de diálogos. La misiva, publicada por el régimen, compara la estrategia estadounidense con el preludio a la invasión de Irak en 2003, argumentando que la lucha contra el narcotráfico es un mero «pretexto» para fabricar un casus belli.

Este esfuerzo diplomático es la respuesta de Caracas a lo que ha denominado una escalada de alto voltaje. La administración Trump ha intensificado las operaciones antinarcóticos en el Caribe, con strikes navales que han resultado en bajas y la destrucción de embarcaciones. Mientras el Pentágono describe estas acciones como «defensa contra narco-terroristas» que actúan bajo la protección del régimen, Caracas las califica de provocaciones directas. En paralelo, informes no confirmados sostienen que el presidente Donald Trump ha ordenado planes de contingencia militar y ha pausado cualquier negociación con Maduro, priorizando sanciones y la presión militarizada.

En un discurso televisado, Maduro, desafiante, declaró su disposición a decretar un estado de emergencia total, movilizando supuestamente a millones de milicianos y activando protocolos de defensa. El interrogante clave es: ¿la jugada de Maduro es un acto de genuina preocupación defensiva, o el bluff desesperado de un régimen acorralado?

La crisis no es aislada; es la culminación de un ciclo de máxima presión.

Estados Unidos ha asegurado aliados estratégicos, como Grenada, para instalar radares de alta tecnología y monitorear las actividades de carteles vinculados al régimen, incluyendo el Tren de Aragua, designado como organización terrorista. Maduro, por su parte, ha respondido con una movilización nacional, firmando decretos de emergencia que le otorgan poderes absolutos sobre la economía y las fuerzas armadas.

Esta dinámica confrontacional, con Trump de regreso en la Casa Blanca en 2025, adquiere un matiz más impredecible que cualquier episodio pasado, elevando el riesgo de un error de cálculo fatal.

Escenarios plausibles
Más allá de las declaraciones inflamadas, esta crisis es un tablero multipolar donde convergen los intereses de superpotencias, la propaganda interna chavista y los cálculos electorales de Washington.

Escenario 1: Strikes Quirúrgicos y Colapso Interno (La opción Trump)
Trump ha reiterado su aversión a conflictos prolongados, enfocándose en «América Primero» y en victorias rápidas contra amenazas definidas como el narcotráfico. Con una flota considerable desplegada (8 buques, un submarino nuclear y miles de tropas de apoyo), Washington podría optar por raids selectivos: acciones militares limitadas para capturar a élites del régimen o neutralizar infraestructuras críticas sin una ocupación total.

La probabilidad de una invasión a gran escala sigue siendo baja. Expertos estiman un 70% de chance de que la acción se limite a strikes aéreos y navales con el objetivo de forzar un exilio negociado de Maduro.

El Factor Interno: Sin necesidad de agresión externa, Venezuela sangra. La hiperinflación, la deserción militar y una oposición que busca capitalizar las acciones de EE. UU. y el caos pueden jugar un factor interesante. Muchos sostienen que el régimen podría implosionar bajo el peso de las sanciones y el caos económico en 6-12 meses. Otros consideran que el caso Venezuela podría significar un modelo parecido al de Irán, Cuba, Corea del Norte y otros que han sido presionados y sometidos a sanciones pero han permanecido en poder por la estructura criminal que nos sostiene.

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Escenario 2: Escalada Proxy y Caos Regional (El eje autoritario)
Si los strikes escalan, el conflicto podría volverse proxy, arrastrando a los aliados del régimen.

Rusia (El veto): Presidiendo el Consejo de Seguridad en octubre, Moscú ha calificado las acciones estadounidenses de «provocación» y ha prometido un veto garantizado a cualquier resolución pro-intervención. Con intereses en petróleo y presencia militar, de inteligencia, tecnológica y comunicacional, Rusia podría acelerar el suministro de sistemas defensivos, como misiles S-400, para diluir la efectividad de los ataques aéreos.

China (El respaldo financiero): Pekín, con inversiones de más de $60 mil millones en Venezuela, ve al país como un «socio estratégico». Ha condenado la «interferencia» estadounidense, ofreciendo apoyo económico y diplomático crucial que compra tiempo para Caracas, sin comprometerse militarmente de forma directa para evitar tensiones en otros frentes (como Taiwán).

El resultado potencial de este escenario es un Caribe en llamas, con una migración masiva hacia Colombia y Brasil, y el riesgo latente de ataques cibernéticos rusos contra infraestructuras sensibles de EE. UU.

El bluff desesperado: La propaganda de la «víctima eterna»

La carta a la ONU no es solo diplomacia; es un ejercicio magistral de propaganda.

Maduro necesita desesperadamente un «enemigo yankee» para sobrevivir. Al presentarse como una nación pacífica agredida, logra unir a la base chavista —elevando temporalmente su aprobación— y desviar la atención del colapso económico y el desprecio que los venezolanos han expresado contra el chavismo. Es un bluff desesperado: sin la narrativa de la agresión externa, el régimen pierde cohesión interna y justificación para la represión.

Los críticos argumentan que Maduro, acusado de narco-terrorismo y violaciones masivas a los DD.HH., usa esta narrativa de víctima para justificar el estado de excepción y el control social.

Trump y el pragmatismo
El presidente Trump tiene una visión pragmática de la geopolítica. Sus acciones — strikes navales, recompensas de $50 millones por la captura de Maduro se enmarcan en cumplir con su promesa de luchar contra los carteles de la droga y el terrorismo. Su política tiene como prioridad el aislamiento y el cambio de régimen sin enredarse en una ocupación costosa y que no está bien vista por los ciudadanos estadounidenses.

Si Maduro no cede, la presión aumentará; si lo hace, Trump podrá declarar «misión cumplida» sin haber puesto botas en tierra de manera masiva.

En el marco de la geopolítica, esta crisis expone las fisuras del orden multipolar: Estados Unidos enfrentando a un eje Rusia-China-Irán a través de proxies. La ONU, con el veto ruso garantizado, será, como se anticipa, un circo diplomático.

Mientras tanto, América Latina paga el precio en inestabilidad y refugiados. Los líderes regionales deben negociar a través de la OEA o CELAC antes de que ocurra un error fatal —por ejemplo, el derribo de un jet venezolano—. Un simple incidente podría desatar un infierno regional.

Maduro no es una víctima; es el arquitecto de su caos, y Trump es calculador. El mundo observa: ¿colapsará finalmente el chavismo o arderá la región con él?

Tomado de Maduro acusa a EE.UU. de agresión «Inminente»: ¿Bluff desesperado o marcha hacia el conflicto en el Caribe?