El despertar económico y minero de los hermanos Santiago y Ricardo Morón Hernández en Venezuela antes de convertirse en fantasmas de las redes sociales

En la única foto pública que existe entre "Nicolasito" y Santiago José Morón Hernández, se puede observar a este último con la seriedad de un escolta, detrás del sonriente miembro de la familia presidencial

El borrado digital de la familia Morón Hernández fue tan minucioso y amplio que los convirtieron en fantasmas de las redes sociales. De sus empresas, negocios y relación con Nicolás Maduro Guerra queda poco más que lo dicho por el Departamento de Estado cuando emitió las sanciones en contra de Santiago y Ricardo.

Desde los tiempos de Cristóbal Colón, el oro ha estado siempre presente tanto en la imaginación como en el territorio que después sería Venezuela. No por azar el mito de El Dorado nació cerca del Orinoco y todavía hoy buscan en las montañas alrededor de Los Teques las fabulosas y legendarias minas de oro del cacique Guaicaipuro. También otros minerales tan valiosos como el oro, algunos descubiertos hace muy poco.

Desde mediados del siglo pasado, los venezolanos estaban familiarizados con la extracción intensiva petróleo, de hierro para la producción de acero y cabillas y de bauxita para la reducción de aluminio, pero el variado territorio geológico aloja depósitos de otros minerales como manganeso, tierras raras, coltán, azufre, cuarzo, torio, caolín, níquel, plomo, zinc, uranio, cobre, titanio, asbesto, magnesita, talco, feldespato, cianita, yeso, caliza, fosfatos, carbón, arenas silíceas, arcillas blancas y rojas, pirofilitas, dolomitas, arenas, diatomita, turba y gravas.

Con los precios altos del petróleo, se permitió el libre aprovechamiento de oro y diamantes y se otorgaron concesiones a empresas privadas. Pero en la llamada quinta república las reglas cambiaron y se le ha dado prioridad a un título minero denominado minería artesanal, pequeña minería y mancomunidades mineras. Lo esencial es que el Estado se reserva el derecho de explorar directamente o a través empresas mixtas en las que mantiene la mayoría de acciones.

Nadie se asombró, salvo algunos ecologistas, que en 2008 Hugo Chávez creara la Empresa Nacional de Minería, que se encargaría de recuperar las minas y de que no “permanezcan ociosas”, como declaró el ministro de Industrias Básicas y Minería Víctor Álvarez R. Entonces se calculaba que solo la mina Las Cristinas tenía reservas probadas por 31 millones de onzas de oro, que se han incrementado a 44 millones. Se le consideraba la más grande de América Latina. La empresa Crystallex International Limited, con sede en Toronto, recibió en 2002 un permiso de exploración y estaba a la esperaba de los permisos ambientales para comenzar la explotación. Nunca llegaron, pero sí la nacionalización en 2010 que tendría un alto costo para el Estado Venezolano.

Durante años, los ambientalistas y las comunidades indígenas bloquearon la operación de la mina. Argumentaban la explotación minera causarían daños ecológicos irreversibles y daños humanos y sociales a las comunidades indígenas. Las Cristinas está situada entre dos regiones de suma importancia ecológica: el Parque Nacional Canaima, uno de los 10 más extensos del mundo, y la reserva forestal de Imataca, que cubre 3,5 millones de hectáreas del escudo de Guayana. La zona es rica en oro, diamantes, hierro, bauxita, manganeso, cobre y posee una diversidad de flora y fauna única en el mundo. Entonces, ya la minería ilegal y la desforestación incontrolada había arrasados más de 6.000 hectáreas.

Crystallex no llegó a extraer un gramo de oro, pero reclamó del Estado venezolano una indemnización por la expropiación de sus activos en Las Cristinas ante al Centro International de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones (CIADI) que dictó una sentencia favorable a la minera por 1.400 millones de dólares. El Estado venezolano consideró desmesurada la cantidad y no pagó, pero Crystallex ha exigido que se le entregue, como parte de pago, todas las acciones de la refinería Citgo en Estados Unidos. Lo único que queda en pie de la demolida Pdvsa.

La explotación del oro no comenzó con el Arco Minero

En febrero de 2006, Hugo Chávez anunció que iba a incrementar la presencia del Estado en el aprovechamiento minero del país. No había crisis petrolera, aunque habían sido despedidos más de 20.000 trabajadores y Pdvsa se ocupaba de actividades ajenas a sus propósitos, desde importar alimentos hasta la dotación de equipos y subsidios a proyectos del gobierno. En 2008, barril de petróleo rebasó los 100 dólares y Chávez con su contumaz cinismo aseguró que con el “sistema económico” que implantaba el país seguiría progresando aunque el crudo cayera a cero dólares.

La explotación del oro, el coltán, el uranio, el níquel y demás minerales no es solo consecuencia del desplome de la industria petrolera. La minería, el extractivismo, lo traía Hugo Chávez desde la cárcel de Yare en su plan de gobierno. Su concepción económica era simple: repartirse la riqueza, no producirla. Todas sus manifestaciones ecologistas no pasaron de ser falacias electorales, cantos de sirenas.

El mismo día que se instaló en Miraflores y anunció los ministros, los más de 400 activistas medioambientales, profesionales universitarios, científicos y amantes de la naturaleza que le dieron el espaldarazo que más contribuyó con su victoria, se percataron de que habían sido engañados. La frase que recogió la prensa de labios del comandante, “que prefería un vaso de agua cristalina que todo el oro de la Guayana venezolana”, no llegó ni a consigna. La ministra del Ambiente que designó, Atala Uriana, si bien era una indígena wayúu, su activismo y conocimiento medioambiental no superaba la primera estrofa del himno al árbol. Los activistas y ambientalistas esperaban que fuera el sociólogo Alexander Luzardo, que había sido jefe de la campaña de Chávez y tenía la preparación, el conocimiento. Fue el primer gran traicionado, pero no más que el medioambiente.

Arco Minero

El 24 febrero 2016, Nicolás Maduro Moros pisa el acelerador del “motor minero” y anuncia que 150 empresas de 35 países han manifestado la intención de invertir en la extracción de minerales metálicos y no metálicos. La realidad es que no hubo empresas que invirtieran, sino que se exacerbó la minería ilegal. El Arco Minero del Orinoco quedó a merced de la “pequeña minería” o mineros artesanales, gambusinos o garimpeiros.

En la primera quincena de mayo, Maduro Moros anunció la venta a empresas en los Emiratos Árabes Unidos y Turquía de 13,7 toneladas de oro y el ingreso de 570 millones de dólares a las bóvedas del Banco Central.

Simultáneamente, la zona fue tomada por 40.000 mineros “independientes” que utilizaban una forma de explotación aurífera agresiva, sin tecnologías y con materiales como mercurio o cianuro sin control ambiental alguno. La voraz depredación llegó hasta las zonas protegidas y reservas forestales, se contaminaron ríos y se destruyó la capa vegetal de amplias zonas selváticas. Hasta los predios de Minerven fueron tomados por los gambusinos artesanales que destruían sin compasión la flora y exterminaban la fauna, y a las comunidades indígenas las sometían a faenas esclavistas.

Se expandió la explotación sexual y de menores, las matanzas de mineros se convirtieron en cotidianas. En la lucha por los yacimientos y rutas de extracción hubo varias decenas de masacres con más de 250 asesinatos. La solución del gobierno fue encargar a la guerrilla del ELN y las FARC de imponer el orden con el respaldo de oficiales de las FANB.

Son 114.000 kilómetros cuadrados de minería, luto, ecocidio y desasosiego, sin seguridad legal ni fiscal, en los cuales se incumplen los estudios de impacto ambiental y sociocultural, se violan los derechos de las comunidades indígenas y la soberanía nacional queda al descampado, pese a la multitudinaria presencia y participación de militares de todos lo grados y ramas. El actual ministro de Minería es un vicealmirante, un marino.

En abril de 2017 comenzaron a llegar a las bóvedas del BCV cargamentos de barras de oro provenientes de las compras de la filial Minerven de la Corporación Venezolana de Guayana a la pequeña minería a través del Consejo Popular Minero y del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes). Pero el gobierno calculaba que todavía mucho oro se le escapaba a través de los compradores independientes.

En mayo de 2018, Tareck el Aissami, entonces ministro de Industrias, con la Fiscalía General de la República y la Dirección General de Contrainteligencia Militar, diseñó un operativo para detener a los empresarios del estado Bolívar que compraban el oro a los pequeños mineros. El 8 de junio de 2018 se activó la “Operación Manos de Metal”. Acusados de contrabandear el mineral, unos fueron apresados y otros huyeron. A los 13 días, el fiscal en funciones Tarek William Saab anunció los primeros resultados: 9 detenidos, 39 órdenes de aprehensión, 31 alertas rojas solicitadas a Interpol, 30 allanamientos y 23 vehículos incautados. Para demostrar la acción implacable del Ministerio Público detalló que uno de los detenidos era el vicepresidente de la empresa estatal Minerven, Darwin Alan Evans.

Pocos días después el Comité de mujeres por la justicia, la soberanía, la dignidad y la paz de los pueblos mineros denunció el “surgimiento de turbios intereses” que pretende sabotear el arrime al BCV de la producción de los pequeños mineros. Afirman que la persecución política y judicial a Darwin Alan Evans es parte de ese entramado. Aclaran que desde la vicepresidencia de Minerven, Evans hacía posible la procura de la producción aurífera entre los compradores autorizados del BCV las unidades productivas de los pequeños mineros.

“Al ser incluido en la operación ‘Manos de Metal’ quedaron detenidas las compras auríferas. Luego detuvieron a Edgardo Parra, representante de la empresa Tesoro de Dios C.A., cuyas instalaciones fueron destruidas y saqueadas por funcionarios de la Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar) “que desconocen las alianzas estratégicas suscritas con el Estado venezolano”. Pero no todas.

El 31 de agosto de 2018, Maduro decretó la creación de Mibiturven, S.A., una empresa mixta binacional entre Minerven y una sociedad con registro turco de nombre Marilyns Proje Yatirim, S.A., que era manejada por Alex Saab.

La extracción y la venta del oro al Banco Central de Venezuela se concentró en pocas manos: Saab y los Morón se adueñan del negocio y desde las oficinas que compartían en el edificio Galipán, en Chacao, cerraban las operaciones para exportar el oro, el pago en euros y, en ocasiones, el intercambio por alimentos y camiones cisternas, entre otros bienes

Además de los hermanos Morón Hernández y Alex Nain Saab Morán, también tenían asignaciones Mario Enrique Bonilla Vallera y Raúl Eduardo Saavedra Leterni, testaferros de Yoswal Alexander y Yosser Daniel Gavidia Flores, hijos del primer matrimonio de Cilia Flores.

Mario Enrique y Yoswal estudiaron juntos en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Santa María. Se graduaron en mayo de 2013 en la promoción XVIII, mención Comunicación Audiovisual. Desde enero de 2013 hasta junio de 2014, Mario Enrique trabajó para Cilia Flores en la Procuraduría General.

Mario Enrique Bonilla Vallera y Yoswal Alexander Gavidia Flores, junto a un grupo de amigos apasionados a las motos de alta cilindrada

El abogado Raúl Eduardo Saavedra Leterni, amigo de Yoswal y de Yosser Gavidia Flores, es dueño con Bonilla es dueño de Constructora M y R, empresa que compró 7 de las 14 quintas de la calle en Cumbres de Curumo donde viven los hermanos Gavidia Flores y su papá. Además, aparece como socio o apoderado judicial en 13 de 25 empresas vinculadas con Bonilla Vallera. Una relación de negocios que incluye una estrecha amistad. Ambos han compartido en los cumpleaños de los hijastros de Maduro y con su hijo Nicolás Maduro Guerra. Todos son contemporáneos, nacieron en 1990.

Santiago y Ricardo Morón Hernández: los fantasmas de las redes sociales

Con el anuncio de las sanciones del Departamento del Tesoro a los Morón Hernández periodistas, analistas y curiosos por derecho propio acudieron a Internet, pero el borrado digital fue tan minucioso y amplio que hasta desaparecieron sus más viejos amigos y conocidos, y asiduos, colaboradores y participantes de glamorosas tenidas sociales.

Un buen ejemplo es Zuzana Melicherová, pareja de Ricardo José. Sus fotos con amigos en la Universidad de Boston desaparecieron al igual que los registros fotográficos de los torneos en el Altamira Tennis Club, los recuerdos de los buenos ratos en discotecas caraqueñas como Sawu y Rosalinda, las sesiones en centros de fitness y yoga, las visitas a joyerías y los encuentros en restaurantes y lounges del Hotel Kristoff de Maracaibo con amigos vinculados al sector salud, al fitness y al mundo del espectáculo.

Sus perfiles en redes sociales dejaron de ser públicos. Solo en algunas cuentas de terceros quedan imágenes que permiten verle el rostro a la eslovaca-venezolana socia de Ricardo José en empresas registradas en Panamá y en Eslovaquia.

Zuzigucci, como prefiere que la llamen y su apodo en redes sociales, ha mantenido una cercana relación con personas del mundo de la medicina y del espectáculo. Amistades que comparte con su cuñada María José Morón Hernández, con quien también coincide en su afición por la alta gastronomía, el mundo socialité, las piezas de Gucci y el meticuloso cuidado de la imagen personal.

María José Morón Hernández y su cuñada Zuzana Melicherová, junto a unas amigas dedicadas a la vida fitness

María José Morón Hernández y su cuñada Zuzana Melicherová, junto a unas amigas dedicadas a la vida fitness

 

Zuzana Melicherovajunto a dos amigas disfrutando de un evento social

Zuzana Melicherova junto a dos amigas disfrutando de un evento social

 

María José Morón Hérnandez, junto a dos amigos, en un evento celebrado en Club El Lago

María José Morón Hérnandez, junto a dos amigos, en un evento celebrado en Club El Lago

De las mejores tenistas de su época en Venezuela, la recuerdan por su constancia y disciplina, así como por sus facciones europeas. Nunca pasó inadvertida. Su aura especial la destacaba en la cancha y en su fidelidad al lujo y a la exclusividad. Desde niña tuvo una vida sin limitaciones. Su padre, Rudolf Mellicher, la consintió en todo. Su trabajo con la empresa Vitkovice Interamericana, dedicada al suministro de materiales industriales para minas, canteras y grandes construcciones, además de su rol como empresario con Angesocks, empresa vinculada al sector textil que entre 2004 y 2012 recibió autorización de Cadivi para la compra de 16,4 millones de dólares, le permitió darle vida de princesa en un país que aceleradamente se hundía en el caos y la penuria.

Eslovaquia y República Checa, ¿paraísos de empresas off-shore?

Mellicher, que compartía con su hija la pasión por la raqueta en las canchas del Altamira Tennis Club, sigue activo como empresario con su esposa Jarmila. Cinco meses después de las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro a Ricardo y Santiago, por “su sostenido apoyo a la corrupción del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro Moros, y por acciones que permitieron un esquema ilícito de oro y corrupción pública flagrante”, Vitkovice y Jarmila registraron en Eslovaquia la empresa Avila Investment S.R.O, dedicada “al arrendamiento financiero, otorgamiento de créditos o préstamos con recursos monetarios obtenidos exclusivamente sin convocatoria pública y sin oferta pública de valores inmobiliarios”.

Zuzana y Ricardo José también registraron una empresa en Eslovaquia, con un aporte de capital de 2.500 euros cada uno. Su nombre, al igual que la de los suegros, le hace un guiño a la capital de Venezuela. Se denomina Ccs Investment S.R.O. –obviamente, Ccs es Caracas– y a diferencia de la empresa de los esposos Melicher tuvo cuatro socios: Ricardo José Morón, Zuzana Melicherová y las sociedades Fitap y Locoit, ambas de personas que tenían relación con otras empresas.

La empresa se constituyó un año y cinco meses antes de que las autoridades estadounidenses sancionaran a los hermanos Morón Hernández y se les asociara mundialmente con Nicolás Ernesto Maduro Guerra, sus hermanastros Yoswal Alexander y Yosser Daniel Gavidia Flores, hijos del primer matrimonio de Cilia Flores, y con Alex Saab. Zuzana Melicherová fue la gerente ejecutivo desde su creación hasta el 10 de marzo de 2021, un mes y veinte días antes de que fuese disuelta. Desde el 7 de junio de 2022 la empresa se encuentra formalmente eliminada en los registros de Eslovaquia. Avila Investment, de los suegros de Ricardo José, mantiene su ICO empresarial activo: 53421591.

Como si de empresas de maletín se tratara, Avila Investment S.R.O y Ccs Investent S.R.O. no solo coinciden en la referencia a Caracas sino que también comparten domicilio (Rudolfa Mocka 1/C Bratislava – Karlova Ves distrito 841 04) y el tipo de negocio al cual se dedican: “Arrendamiento financiero, otorgar créditos o préstamos con recursos monetarios obtenidos exclusivamente sin convocatoria pública y sin oferta pública de valores inmobiliarios, casas de empeño, intermediación de la concesión de créditos o préstamos a partir de recursos monetarios obtenidos exclusivamente sin convocatoria pública y sin oferta pública de valores inmobiliarios, factoring y forfaiting, servicios administrativos, actividad de intermediación en el ámbito de los servicios y actividades de consultoría empresarial, organizativa y económica”.

Empresarios en Panamá y EE UU

En 2012, Zuzana Melicherova registró en Florida la empresa ZMM Florida Real Estate Corporation, identificada con el número P12000085581 y ubicada en la exclusiva Brickell avenue. El apartamento 2515 de la torre 1, en la 475 Brickell Avenue, Miami, FL, 33131, pasó de las manos de Ricardo J. Morón a la empresa de Zuzana, y a los pocos meses a United LB LLC, empresa a nombre de Luis Ramón Avilés Borja.

La propiedad, valorada en más de 700.000 dólares, no obstante sigue apareciendo como referencia de los Morón-Melicherová en algunas bases de datos.

El matrimonio-sociedad de Ricardo Morón Hernández y Suzana Melicherová se estrenó en Panamá en los negocios con la empresa Jose Valeri Hermanos S.A., identificada con el número 817964. Su presidente era Ricardo Morón Hernández, la directora Zuzana Melicherová y la secretaria Zulay Infante. La empresa estuvo activa justo en los años de mucha cercanía de los hermanos Morón con la familia Maduro-Flores, época en la que Santiago, el más pequeño de Morón Hernández, estuvo trabajando en el Ministerio de Relaciones Exteriores, dependencia de la que salió 15 de marzo de 2017. En esos años no eran famosos y cuidaban su bajo perfil. Poca información se filtraba. Su entorno era incondicional y lo sigue siendo.

Una abogada zuliana que estudió con Santiago Morón Hernández y han sido amigos desde jóvenes, que prefiere no ser identificada, declaró que los Morón son gente apreciada. “Siempre fueron amables, gentiles, educados y muy atentos conmigo. No sé nada de sus negocios y yo no sé nada de su trabajo. Siempre han sido personas trabajadoras, pero no tengo idea a qué se dedican. Solo sé que su familia es bonita y son muy unidos, como casi todas las familias zulianas. A veces manda mensajes privados a los amigos, pero sin referirse de sus ocupaciones”. Hasta ahí.

Con dinero, poder y los lazos fraternales construyeron una red de incondicionales con conocidos de las universidades donde estudiaron Ingeniería y Derecho, los amigos de los clubes y de las fiestas en Maracaibo y Caracas, algunos empresarios y políticos, así como gente de la noche caraqueña. Ni siquiera las amistades con las que por diversos motivos han tenido marcadas diferencias que los han alejado se atreven compartir detalles sobre el mundo donde se mueven los hermanos Morón Hernández.

“Sí la conocí, pero esa etapa de mi vida quiero olvidarla y no hablo al respecto. Discúlpame”, fue la respuesta de una médico que fue amiga muy cercana y compañera de salidas de Zuzana Melicherová.

La mayoría de quienes han compartido con Ricardo y Santiago responden que no saben quiénes son. Tienen razones. En público son detractores de la dictadura, enemigos del régimen, pero en privado son leales, rodilla en tierra, de los amigos zulianos.

De 15 personas contactadas (abogados, periodistas, empresarios, estilistas, artistas, políticos, coachs) del entorno social de los hermano Morón, ninguno admitió que los conocía. “Nunca he escuchado de ellos. Yo creo que no son de Maracaibo”, fue la tajante respuesta de un exlíder empresarial regional. Los amigos más cercanos hasta alegan problemas de memoria para justificar que no recuerdan a nadie con apellidos tan peculiares.

“¿Cómo dices que llama? ¿Cómo se escribe su nombre exactamente? ¿En Google hay algo sobre ella? ¿Me puedes mandar un link, porque no sé de quiénes hablan? Yo no soy de Maracaibo. Debe haber una confusión y debe ser otra persona que se llama igual que yo”, fue la respuestas de una caraqueña emprendedora del mundo de los eventos en Miami, amiga de Zuzana Melicherová.

En su entorno, los famosos y las influencers del fitness, la belleza, la gastronomía, la salud y la vida light, todas con decenas de miles de seguidores en redes sociales, cierran filas y niegan conocer a quien años antes eran sus amigas de entrenamientos, fiestas de cumpleaños, celebraciones familiares y amaneceres en discotecas.

“Yo estoy en contra de ese gobierno. No estoy con nadie que sea cercano al chavismo. No las conozco”, respondió una persona del grupo de amistades. Todos parecen estar plenamente seguros de que no hay nada en Internet que los pueda vincular: “Ni en Instagram ni en ninguna parte hay nada, porque no los conozco”. Empero, las pocas publicaciones que aún se consiguen de manera pública en redes sociales las desmienten.

Minería ecológica, otro oxímoron socialista

La página web del Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico se describen 18 empresas mixtas, el mineral que explota y la duración del proyecto. La tercera es la Empresa Mixta Minera Ecosocialista Parguaza (Emmepsa), una asociación entre la Corporación Venezolana de Minería S.A. (55%) y Corp Faoz C.A. (45%)para la explotación, durante 20 años en el municipio Cedeño del estado Bolívar, de diamantes y coltán, un mineral estratégico utilizado en la industria de la microelectrónica, telecomunicaciones e industria espacial.

El presidente de Corp Faoz era Félix Ángel Oliveros Alcalá, del círculo de amigos de Nicolás Ernesto Maduro Guerra, un vínculo que explica por el aporte de su empresa fuesen apenas 450.000 bolívares, una cantidad insignificante para el tipo de explotación que se llevaría a cabo. Igualmente, Corp Faoz participa en Ecomine (Empresa Conjunta Minera de Nueva Esparta) para la explotación de magnesio en la isla de Margarita. Corp Faoz, tiene su sede en Barbados y su director es Rafael Enrique Solórzano Alcalá, familiar de Félix Oliveros Alcalá.

En 2017 comenzó operaciones la empresa mixta Parguaza, que mientras calibraba y entrenaba a los trabajadores y técnicos había extraído una tonelada de coltán, pero el proyecto era producir 20 toneladas mensuales. A los pocos meses la gerente general de Emmepsa, Ana Lisbeth Rondón, levanta un acta en la que deja constancia de que “por irregularidades en la explotación del mineral” Santiago José Morón Hernández, Alejandro Batraki, Alberto Romero y Jonel Ortiz tomaron posesión de la empresa. En el documento, Morón Hernández, identificado como representante del Estado, acusa a los operadores de Enmepsa de estafar al Estado con cifras cuestionables. César Sanguinetti era el presidente de la empresa mixta

Félix Oliveros habría sido incorporado por Maduro Guerra en el proyecto minero para que fungiera como uno de los diseñadores responsables de crear ambas empresas mixtas encargadas del negocio del oro y el coltán. Por primera vez se explotaba legalmente el coltán venezolano. Sin embargo, el mineral, compuesto por columbita (col) y tantalia (tal), debe ser refinado en el exterior para su comercialización. En América Latina no existen plantas para separar el óxido de tantalio. El precio del coltán varía entre 40 y 130 dólares por kilo, depende de la calidad.

Levantada el acta contra Félix Oliveros Alcalá, el representante del Estado, Santiago José Morón Hernández deja como encargado a Alejandro Batraki, que según consta en actas, reiteró que el objetivo de la intervención era obtener mayor flujo de caja a través de una alianza estratégica, desmontar la línea de preconcentración instalada de la mina y despedir un gran número de personal técnico, administrativo y obrero.

Félix Oliveros Alcalá, que se encuentra refugiado en España, contó que desde el 2018 los hermanos Santiago y Ricardo Morón están al frente de Emmepsa y que la manejan desde Caracas, en el piso 7, oficina 72 de la Torre Taeca en la calle Guaicaipuro de El Rosal, propiedad de la Constructora Cresmo. Los Morón cuentan con otro centro de operaciones en el edificio Galipán en la avenida Francisco de Miranda, a pocas cuadras de la Torre Taeca. “Desde allí se llevan las contabilidades y dirigen los cargamentos”.

Oliveros Alcalá contó que una vez le dio forma jurídica y operativa a la plataforma operativa para extracción y comercialización del coltán en Parguaza, sus antiguos aliados le montaron una encerrona y lo expoliaron. Se considera víctima de expropiación, persecución y ataque a manos de los Morón Hernández.

Con la excusa de las cifras que Santiago Morón Hernández estampó en el acta de Emmepsa y que llamó “estafa al Estado”, Oliveros Alcalá fue encarcelado 45 días en los sótanos de la Dgcim y obligado transferir la propiedad, entregar los documentos y todos los datos de negociaciones, mercado y clientes de las empresas Emmepsa y Ecomine. Al pasar a sus manos ambas empresas se convirtieron en el centro neurálgico del oro, el Complejo Complejo Industrial Minero Domingo Sifontes con otro amigo de Maduro Guerra al frente: Eduardo José Rivas.

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN

Ramón Hernández

Carola Briceño

El Nacional